sábado, 17 de enero de 2015

STOP ASKING

AHOGADAS MANOS
-Poesía reunida-

Manuel Hernández. 
Taller de edición Rocca. Bogotá. Abril de 2014. 297 pp

Tras haber hallado a Kate Tempest, me es difícil ller poesía que no suene.
Octavio Paz, en el crucero aquel, decía que tomaran su poesía como su diario de vida.
Pensé en los diarios de Carver y de Ribeyro.
Porque el mexicano estaba gordo y estaba bebido.
Mucho tiempo después, para ser exactos, el 6 de enero del año en curso, es decir, 2015, Luna Miguel decía: "Están pasando cosas, creo"
Y me acuerdo de un poema que leí en la exposición a la que alude el profesor en Plataforma, por la época del curso de 'Rayuela', que me dejó en estado de shock o catatonia. De dicha exposición me acuerdo el videíllo que hizo en París y esas frases lapidarias de que el viejo continente estaba ya muy viejo, y todo lo que ha acontecido ahora con la nueva fuerza de voluntad que quiere, quizás, escapar de un destino ya copado que ya no es para ellos. Para nadie más.
Tanta soledad dicha, que no deja ni el eco para decir que se ha escrito la palabra en el lento circuito poderoso del molino de viento.
Cuando ya ni siquiera hay la posibilidad de vislumbrar el horizonte.

¿Pero de qué se habla? De lo impreciso, de la dificultad, de lo oscuro, de lo desconocido, lo ritmado, la creencia, la fascinación, el instante, el silencio, el horror, la insistencia, la hemorragia, el calvario que es la poesía, el desconcierto, la experiencia en sí.

A veces no queda más recurso, mejor, que desandar lo escrito y desaparecer callado.

No hay comentarios: