sábado, 21 de febrero de 2015

ORPHANS OF DUSK

LA MADREMONTE
MOHÁN -el mito-
LA LLORONA

Powerpaola + Enrique Lozano
inu
María Isabel Rueda + Humberto Junca Casas
La Silueta. Bogotá. Junio de 2012; abril de 2013; noviembre de 2013

Habíamos dicho, no hace mucho, que los cambios gozaban de tal magnitud, que no había explicación plausible para lo que el encanto alguna vez fue. Sobre todo cuando de la mentira que dejaba un abrazo de ternura fija no queda nada para desyerbar una vez la columna de máquina arrasó contra todo pronóstico de verde.
Una vez desaparecida la ruindad natural, la naturaleza colombiana optaba por acercarse al rigor científico de lo paranormal; aquella mente dentro de lo mental que no es más que un pálido reflejo del miedo a mirarse a sí mismo hasta un posible más allá de la misma vereda limitada del espejo.
¿Es decir, que solamente nos damos a la tarea de reflejarnos en un pasado mutuo a costas de nuestros padres y abuelos?
Y añadiría algo de ese bárbaro comunismo rural del que cada vez la ciudad parece tan más alejada que con el cuidado de los perros bravos lo mejor será no barriarbrava de pa 'rriba so pena de un desgaste tendonar y quién diablos lo baja de allá tan arriba.
De ahí la tristeza de "La Madremonte" porque ya no hay tala que valga porque ya no hay nada que talar. De ahí la burla enigmática del traslado del "Mohán" ante la debacle del río que atraviesa a la Gran Patria que fue la República colombiana al Amazonas a sobrevivir a punta de la bendición del turismo neuropatológico. De ahí la sinrazón acertada de "La llorona", o ese mito verídico colmado de tanta tribulación que a lo mejor de aquello depende la sabiduría de la permanencia en errancias únicas para alcanzar aquello que por su propia mano se perdió.

Mención aparte, la bella presentación que, si mal no estoy, va más allá de la colección del folclor, al invitar al gran Rafael Pombo dibujado por Santiago Trujillo, y más allá, en algo que se escapa de mi capacidad de descripción, el arte tan particular que  diferencia a cada una de las protagonistas, estableciendo esos submundos tan endiablados de quienes ya detentan una obra publicada de nivel novelesco: Powerpaola, inu, o ese carismático arte que encandila desde tan iluminada oscuridad, en el caso de María Isabel.
Como toda colección que se respeta, incompleta, al faltar un par de títulos que, aspiramos, lograr alcanzar en alguna futura feria de independencia editorial.

Razón tenía ese señor viejito que lloraba perdido en una Olímpica porque ya no sabía leer el mundo que él aprendió a leer....
Rasgos de los estragos del pasado...

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