martes, 3 de marzo de 2015

Vicious circle // Renegade hardware

RVINAS

Vestra
Towers Of Acre + Fast Kids Crew + G3 + Big Studio
2015

Quizás, debemos ser honestos y no empezar diciendo que vamos a iniciar por el final porque final no va a haber, no por el momento o no aquí o no ahora. Por supuesto, existirá en algún punto ignoto para las coordenadas de nuestra(s) vida(s), pero no será tema que nos corresponda ventilar en este reducido espacio que a buena honra nos han dado.
Traeré un cita que más que invitar es para cumplir para salir de la cuota de citas que exige todo artículo que necesita ser bendecido con la indexación. Así que aquí vamos: "Hay gente que todavía cree que sigue controlando su propia vida. Ustedes son los poseídos. Todos poseemos y estamos poseídos. Siempre hay algo de fuera viviendo en uno."
Y lo digo, porque muchas veces, por más que se pretenda escapar de algo, aquello está tan merecidamente infectado dentro de uno, que al ser un portante del virus, huir se hace tan inútil como creer que va a existir una salvación, acaso, quizás.
Se ama lo que se posee y se ama lo que posee. El deseo, no obstante, bien puede servirse en coágulos laterales sin un significado pleno de lo que ha de significar, aunque tal significado va prístino a cumplir su meta sodomita, quiérase o no.
Al dejar pasar más de un lustro, de esos veloces que se van sucediendo uno tras otro una y otra y otra y una siguiente vez, se olvidan las cosas; podría decir que se han perdonado, pero nunca existió una ofensa mayor como para la necesidad del perdón. Con el recuerdo basta. Con lo que quede de recuerdo podría ser suficiente. No una vez o dos, sino lo necesario para dejar las cosas al alcance de los hechos.
Dejada la introducción hasta aquí, daremos paso al primer capítulo del artículo, en el que trataré de desentrañar el embrollo que desde las ruinas y hasta las ruinas permea por la superficie de dos generaciones, la primera acabando de cruzar la difícil década a los 30's y la otra en ese estado perpetuo de mielinización cuando ya se dan cuenta bajo efectos fisiológicos que toda lucha que creyeron activar es y será absolutamente inútil, que inevitablemente, adelantando conclusiones, se unirán en una sola masa cuando ambas sobrepasen los cincuenta años.
Vestra es la banda con la que se inicia el declive de la segunda década del XXI en el hardcore bogotano y no dejará de ser altamente significativo el símbolo que desde las ruinas de una fe conversa mantienen en alto todo el tiempo incluso en instantes en que el descuido o la desatención o simplemente el estar en un océnao de múltiples insinuaciones obligan a virar a barlovento.
Tan ajeno a la estaticidad anda el movimiento hardcore que lo mejor será empezar a emplear una ordenanza protocolaria para ir marcando momentos a la manera en que se atiende la Antártida, por nombrar un territorio todavía proclive a la escasa vida que ya (nos) queda.
Marcar a Vestra, entonces, parece no ir en contra de la pulsión por el respeto que el hardcore nos enseñó hace ya tantísimos años. La marca es borrable, para aclarar, y reitero: no buscamos concluir porque la historia sigue contándose en narrandas.
El segundo capítulo del artículo se pregunta si el Nuevo Hardcore es Arty, y si seguirá avanzando y si no se volverá emo y si ya no es emo y si es la principal razón o motivo por el que, sin soler llevar la contraria aparentemente, la excusa por regresar al sonido Sin Salida se caracteriza en ejemplos más recientes como Strike, Golden Hearts y Coyote por nombrar a los únicos escasos representantes que he oído, por supuesto, con sus temáticas ya referidas con anterioridad en un artículo lo suficientemente anterior.
Los títulos del "Rvinas" así lo pueden confirmar: "Los girasoles", "Septiembre", "Merlot", "Samsa", "Revbelar", "Descansa, Atlas" y "Canidae".
¿Qué efectos tendrá, pues, en el devenir más reciente?
Insisto en la tesis de está mondá: "Rvinas" apenas empieza a contar un lustro en el hardcore bogotano y ya con eso es un punto magnísimo de ocasión para prestar atención sin acudir a la urgencia de una historia que seguramente nos traerá sus propias noticias a su debido tiempo.
La pregunta que hago aquí entre nos es esperar que toda diferencia, contrario a lo que alcanzó a ocurrir en una década pasada, no de para partir escenas o para que a cada trozo de la misma manta le corresponda un color definido para cubrir ciertas zonas del cuerpo, vivo, por supuesto.
Desde "Los girasoles" nos responden: ♫No pintes el final de nuestros sueños♫. De ahí que escribamos desde el respeto a una aproximación de entendimiento, más allá del vulgar esclarecimiento.
"Septiembre", una reclamación que no sé muy bien por qué me recuerda a la recién extinta banda chilena Caminos sostiene una pregunta que inquieta, que produce escozores: ♫Cuánto queda en cada llaga?♫ en un tono que durante muchísimos años fue prohibido para marcar el sendero "político" u "obligatorio" de lo que alguna vez se conoció como hardcore.
"Merlot" tiene una particularidad y es la inclusión de Laura Pérez en la voz, recordando, para no ir más lejos, a Sindy Quintero en ese "Inercia somática" de hace once años ya, pelotudo! Quisiera abrir un minúsculo paréntesis, pero me llevaría mucho tiempo exponer tantas dudas en torno a la voz rasgada de un género que ya se dejó permear lo suficiente por el intringulis del indie como para mantenerse a fuerza de abdomen en contra de desde una rabia posiblemente sapiencial o temporalmente indignada hasta que se demuestre lo contrario, pero para ello lo mejor, como ya lo hemos sugestionado, será esperar al siguiente trabajo de Defeater. Pero "merlot" tiene una cercana definición de amor: ♫pero el hedor de tu infierno lo resisto♫, recordando que, incluso, hubo una época en que las parejas eran végana con végano straightedge con straightedge hasta el fondo mismo del fin de lso tiempos sin cambiar jamás por siempre. Amén del ardor parafílico por el facesitting cuando ella está en su etapa más fuerte del período menstrual: ♫La sangre roja de tus miedos viértelos en mí♫, sin especificar si hay una relación previa íntima y extensa o se refiere a una serie de un o unos encuentros de ámbito sexual ex tempore.
"Muerto en vida" exhibe una colección atroz ardua de atrocidades. El guiño continuista a resgestae ♫la radical contradicción♫ y ese embeleco entre entregarse a la docilidad de alguna clase de lucha o lucha de clase, seguir en pie hasta alcanzar la cuota del mártir y no derretirse ni derrumbarse ni entregarse... ¿Se podrá ller desde la misma historia musical de un individuo que le apuesta a lo político desconvencional de partirse el culo cantando, componiendo, tocando, difuminando un mensaje?
"Samsa" me lleva a unir esa frase de la canción: ♫Lastimar la herida que parece sanar♫ con esa reflexión del mismo Franz sobre la duración de la herida misma, así como comparar el ♫pero perder se siente bien♫ con esa desazón tan agria que deja cada vez que alguien se asoma a la obra del checo.
"Revbelar" me deja con ese sentimiento que tantos años sentí en mi aproximación al HxC, una fuerza interna à la zombie que compulsa con seguir en esa insistencia que más que política se vuelca desde lo moral: ♫El mundo no va a esperar nuestras palabras, nuestra desilusión♫, pero se sigue hablando, desilusionando.
"Descansa, Atlas"  es un ejemplo permitido de esa extraña amalgama que va desde el protoindie postcontemporáneo hasta el ralentizador Ultrablack metal sin alcanzar ni las cuotas deprimentes del primero ni las depresivas del segundo, pero sí enfatizando la necesidad propulsiva de rasgar un velo de optimismo para enfocarse en ese delirio actual: *Dolor; *Allanado; *Miserables; *Incoloros; *Vacíos; *Egoístas; *Ingratos; *Detesta; *Destruya; *Desolación; *Enferma; *Egoísmo; *Arrogancia; *Humillación; *Negligencia; *Amargo; *Destrucción; *Mentiras... en alguna de esas palabras está el germen preciso de toda una (nueva) era. ¿Bogotá, 2015?
"Memoria" es una bonita canción de concientización, de esa esfera que únicamente el tiempo convertirá en burbuja de arena para que el viento en sí la deje llevar y correr y perder, por fin, hasta que la misma enfermedad del recuerdo diga basta.
Mención aparte ha de tener "Canidae", cuya simple mención ya alborota vellos en los brazos y en ciertas nucas más sensibles como una canción que llamamos "generacional" y que sirve para, lo dijimos previamente, marcar ese comienzo de Otro Tiempo, justamente recibiendo un testigo tan importante como bien lo puede ser "La ojeriza" y así sucesivamente hasta ir tejiendo ese collarcito de poder de canciones tan valiosas en la, por fortuna, cada vez más laberíntica y cuasi imposible escena hardcore bogotana.
El siguiente capítulo del artículo, entonces, se irá escribiendo a medida que la banda vaya congujando aquello que ha venido a hacer, lo que el mismo destino le dicta que ha de ser.
Si mal no estoy, el lanzamiento se anuncia para abril del año en curso, así que de lo que estuvimos hablando en este espacio fue del presente, tan móvil, que parece ser que ni siquiera alcanza a entrar en el recoveco del olvido porque el sonido del plato quebrándose todavía palpita ne ciertas márgenes del oído.
Uno de los mejores álbumes de esa nueva apropiación del centro sin orillas del HxC colombiano, a su vez que uno de los más simbólicos hasta que, seguramente, llegue la siguiente banda a su turno y vuelque el particular orden fragmentado que la huella de color de arena signa de momento en ese caudal de ardores que es el tal género musical de marras.

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