miércoles, 8 de abril de 2015

Ekstasis

THE CRASH AND THE DRAW

Minsk
Relapse, 2015

Inevitablemente, y de eso es la condición humana, el año trae un álbum que como que hecho en una sustancia idílica de fuego invisible corta tres o cuatro capas de la piel del cuello para que sintamos que, pasado el mudo asombro, la sangre que mana tan docta se largue a señalar el camino que la sombra nuestra, tan propia, ha ido dejando a rastras mientras nuestra patética condición humana, acariciada por la sustancia transubstancial del sonido nos dejaba boquiabiertos, piernihenchidos, apretujando la saliva que cae, apenas.

Minsk han hecho ese camino que desde tan dispares campos hemos logrado ya ni siquiera atender a causa de la velocidad con que se responde al llamado creativo de ese ser humano del siglo XXI que no puede ya detenerse, al que le urge ya llenar todo ante la falta de dinamismo de la naturaleza por defenderse del solaz con que el bárbaro capitalismo la va atacando, y a medida que una siniestra ausencia agota los vacíos de la ruina perfecta y (tan) cercana, la vitalidad por ocupar el espacio preciado que ya desaparece se deja abandonado por algo chido.

Aunque, reitero, los dados que se tiran no son más que una excusa apócrifa para beneficiar el resto de humanidad que se ahoga en la propia miseria del día a día, lo que implica una distancia frente a aquello que nos emociona, que nos hace ya vibrar, cuando amar ya no más se puede.

Desde distintos puntos o variables, se puede leer Atmospheric Sludge. Claro, esa joda no es Doom solito, y esa hermosísima forma de sentirse fornicando con alguien de verdad que es la mezcla de las voces duras con las voces claritas, y ya sumergidos hasta la dicha de los más de veinticinco metros para 'llá, esa sensación misteriosa que socava membranas invisibles para descubrirnos situaciones brillantes dentro del sí ser que jamás sentimos de otra manera que no sea cruzando abusos de sustancias y dejándonos abusar por quien no corresponda hacernos sentir otra cosa que patético asco.
Y esa terrible belleza, verde quizás, de viento de cerro, de atardecer feroz o de amanecer fresquito, la ventana abierta y con esos cuatro grados centígrados menos lo hace un álbum perfecto, disolvente, cercano, enigmático, mordaz, encantador, lujurioso, preciso para la clase de cuerpo que va cambiando como estirándose para buscar una siguiente década, o no.

Un tacho, escuchen "Conjuction" y si sintonizamos, entenderán de lo que hablo.

Si morir ha de ser un instante fabuloso suyo dueño único podré ser yo si me lo merezco, será posiblemente algo así sabiendo que lo olía todo aunque no pudiese alcanzar a ver nada.

Lo que sigue ahora es hurgar, y pretender intentar traducir...

♫Spirits arise, to you there is no end / Time will progress with the beauty of what shall ever be / Absence provides water for this elemental spring♫

♫The pain we hide, from ourselves / And now let us proceed with all that we know, balance returns♫

♫We approach, another cycle♫

Aunque intuyamos, finalmente, que cada vida irá a cambiar, hablando de lo estrictamente personal.

¿Pero y entonces qué?

Como cuando un álbum se vuelve el presagio del porvenir que se teme.

Y de momento, y que quede constancia de que es una opinión taaan personal, el mejor álbum de lo que va del año


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