jueves, 9 de abril de 2015

Suffering in the Eternal Void

COBRO DE SANGRE

Mario Mendoza
Seix Barral. Bogotá. Septiembre de 2004. 288 pp

"El lado oscuro de Bogotá", dice en alguna parte. Me imagino escribiendo la frase como epígrafe para este recuerdo.
Me parece que me pregunto si hay más Bogotá aquí o en "Scorpio" o en "Umbrales" o en qué.
Me pregunto si es en esta novela donde más se fuma marihuana y hasta uno siente ese eco del olor que arrastra el viento como tan inaudito para permitir una mayor concentración para con la novela. Me pregunto si ese desperezarse del autor para con la sordidez que hasta ese momento llevaba marcando las pautas de sus historias deseosas de una lujuria tan macabra podría tratarse de una correspondencia desde los acertados epígrafes de la obra.
Me pregunto hasta que punto el Mendoza cuentista, ese tan vibrante y mágico y hasta conmovedor en una inspiración para abrazar la vida entre tanta muerte se influye en el Mendoza novelista, y hasta que punto la muerte del padre, que será muy bien recompensada en su siguiente novela, "Los hombres invisibles", de 2007, lo hace permitirse // permitirnos un suspiro.
Fue una novela tan política, que alguna amenaza se colo por ahí. Y fue patética. Y si mal no estoy, no solamente se abre a contar el asqueroso accionar guerrillero en un punto posterior de sus libros, sino que opta por ponerse pesado hasta el lado mundial en alguna obra que rompe el marco del libro en sí para constituirse en un movimiento juvenil de cuyas noticias por veces llegan avisos, y así, desde "Cobro" ya se anuncia ese repaso a lo que es la parapolítica, hoy que leo a Ospina hablar de lo maltrecho que anda Uribe cuyo olfato político ha sido derrotado por el propio paso del tiempo, pero que hasta no ver enterrado no hay que quitarle el ojo del mal de encima.
Recordaba tan poquitas cosas, pero tan visibles, como la pelea en el baño de la cárcel, como el atentado contra el coronel marica ese, como el encuentro con Rosario volcada a la prostitución, el viaje a la Guajira.
Me es difícil, entonces, expresar qué (me) ocurrió con la bendita novela.
Hay algo chistoso que tendrá que ver más con lo postacadémico y es esa confusión cuando a Sotomayor lo vuelven a encontrar mientras cuida a Eunice, la mamá de Jacobo, y los polis están vigilando esperando a Jacinto y Jacinto ha fallecido en el "trabajo" y todos creen algo distinto, hasta el autor que prefiere no aclarar nada porque no sabe quién está con qué... esperando el siguiente gesto que la vida en sí diga que ya se pueden mover.
Osea, me gustó mucho la novela. La historia pues está bien, osea, ya es Mendoza: el niño lector, el niño solitario, la estrecha relación con los papás, alguna muerte cercana, el proceso doloroso del autoexilio, el estudio de la literatura como un faro del más allá para atender a cabalidad el borde de la calabacita, el profesor enigmático de literatura, las mujeres morenas de pelo largo y caderonas y sumamente sexuales, en fin... es algo que venimos leyendo desde "Scorpio", que se repite casi tal cual desde "Asesino", que tiene ciertos visos en "Satanás", pero que al mismo tiempo de ser igual, al mismo tiempo es diferente.
Seguramente habrá un estudio de por qué seguimos leyendo a Mendoza si sabemos de qué va la historia.
Pero, entonces, lo que me tiene pensando así, jueputa, es.. son los detalles... y creo... creo que en eso de los detalles de esta novela hay un reguero de tal magnitud en belleza y atención y vectores que se van hasta puntos inverosímiles que acercan tanto una novela de 2004 como si fuese 2015 y en ese sentido, y como diría Iván Mejía Álvarez, es mi opinión y no sirvo para debatir o hablar duro para conversar, porque no me interesa hablar con gente, Mendoza es un puto maestro en traducir lo que pasa.
Es decir, por eso Mendoza es al único lector que le creo lo que dice del tiempo tan chistoso que vivimos.
Por ejemplo, hay un momento en que Constanza, su compañera en la organización subversiva le dice: "Te imaginé más fuerte", cuando Sotomayor empieza a abandonar su puesto de líder contrapolítico al haber cometido la venganza contra el coronel que asesinó a sus padres y al haber dejado parapléjica a una estudiante universitaria que esperaba el bus justo en el camino de la onda explosiva. Sotomayor le responde "La debilidad es seguir ahí", y me acordaba de la postura de Carlos Gaviria frente a los grupos armados, frente a la lucha armada.
Hay una parte de la novela que no subrayé en la que dice algo así como que en Colombia es imposible no asumir una postura política activa, y me acordaba de toda esa mano de gente de la electrónica que conocí en Bogotrax que de considerarse apolíticos lograron un discurso muy fuerte entre el techno y el desmadre de los raves y una política clara, muy activa precisamente. Porque hace poco vi un grafiti de algún grupo de calvos que decía "Ni nazis ni apolíticos". O Uribe o Santos o Petro o... y vuelvo a esa columna que leí hoy de Ospina, de la ausencia de liderazgo político, teniendo en cuenta el altísimo grado de abstención en cada votación, por ejemplo.
Es difícil, o quiero creer que es difícil hablar del larguísimo conflicto armado colombiano, porque nunca fui proclive al armamentismo, y vuelvo a repetir lo de los anarquistas europeos defendiendo esa ciudad en ¿Turquía? contra el estado islámico... si vivimos en un mundo así, osea.. Gaviria jamás podría ser presidente porque no le interesaba el poder... ¿es mejor ser como Petro, como Uribe, como con esa enfermedad por ser un líder megalomaníaco hasta las cachas?
Gaviria es algo anormal en un país como Colombia. Quizás por eso era la única figura política que respetaba.
Pero sigo... el mapa sensorial de Espitia, el honor a "4 años a bordo de mí mismo", la carta al joven prosista, ¡por favor! que merecería una edición especial como el discurso "Esto es agua" de dfw.
Otra cosa de lo que no me acordaba era de la manera en que asesinan a los manes que resultan golpeados por Sotomayor en la cárcel, cuando el coronel Moncada les ordena que lo violen. A uno lo acuchillan desde lejos, con un palo de escoba, al otro le rompen las otras dos extremidades y lo violan así descoyuntado... ¿eso cómo será? ¿Cómo se llama esa parafilia de sentirse atraído por personas mutiladas? ¿Cómo será que se llama cuando a uno le gusta o a alguien le gusta hacerlo con perosnas descoyuntadas? En fin, eso me acordó de cuando matan a esos manes en "2666" porque alguien, no sé quién, un escritor seguramente, decía que era una parte que no hubiese querido encontrarse para no leerla y recordarla.
¿Cómo se llama, entonces, cuando el gore hace falta a diario y se necesitan revisar esas páginas atroces de Tumblr para saciar la sed de tanto muerto raro? ¿Eso somos, no? Mendoza dice eso, lo dice hasta chévre, del cuerpo... siempre el cuerpo... ¿cuántas tesis habrá sobre el cuerpo en la obra de Mario Mendoza en universidades públicas, privadas?
"Afirmó que una sociedad que le tiene miedo al cuerpo es una sociedad que le tiene miedo a la libertad. El problema es que al negar el eros se multiplica el tánatos, y ese país reprimido terminó bañándose en un mar de sangre"
Otro punto que me llama la atención es lo de los ciclos que se repiten. Lo más fácil, por ejemplo, y que Mendoza lo ha nombrado en alguno de sus libros paralelos, es cuando uno como persona tiende a escoger el mismo patrón de pareja. Como esa solidez de la seguridad. Ese permanente estado atónito de un presente inequívoco. Esa posibilidad de reiniciar, renacer, reinventarse, reparirse y ser algo otro.
Hay una parte que me da risa, es en la cárcel, cuando Sotomayor está ya plenamente metido en la Biblioteca del penal y no tiene nada que ver, porque no le interesa, con los líos de poder que manejan los dueños internos de los patios. Dice: "un alma en pena que andaba siempre por los pasillo con los brazos cargados de libros. Preocuparse por un individuo así era ridículo". Jaja... ¿cuántos libros es que se leen por año en promedio acá en Colombia?
Un punto más: "El problema no era que el Estado hubiera sido débil, sino que había sido corrupto y asesino, mafioso y genocida (..) Su verdadera grandeza no radicaba en las medidas extremas de seguridad, sino en la honestidad y la dignidad que hasta entonces no había mostrado"
No soy muy paciente con la lentitud o con la clase de lentitud de un autor como Faciolince, pero al definir a Gaviria como "pulcro", me vuelve a hacer pensar, más bien que mal, en una opción como la de Mockus, y de ahí rapidito paso a ese momento en que desde el libro hablan de que se obliga a la gente a asumir la justicia con mano propia. No hace mucho, cuando empezaron a aumentar los casos de linchamientos en barrios del sur, en transmilenio, me iba a parecer irónico que Petro y su ineficiente actitud ante la inseguridad bogotana propiciara el nacimiento de grupos de autodefensa contra la delincuencia común.
Después Sotomayor, por fin, decide ir a la Guajira. Como cuando en "Umbrales" el protagonista decide largarse de Bogotá que todo parece opacarlo. Parte de la definición para Bogotá, es: "Impenetrable"; "Humillante"; "Cruel"; "Déspota"; "Que no permitía actitudes afectuosas ni bondadosas"; "Siempre en pie de guerra"; "Agresiva"; "Militar".
Pero esa Guajira exótica ya no es.. Es muy otra, tan terrible que es de lo que se va a entrar a hablar más adelante, del desmadre del capitalismo..
Eso que ya no es. Eso que ya es ahora.
Como Mad Max....
Porque los zombies somos nosotros, para ellos, los que detentan el poder.
Y creo que ya.
Sotomayor danza mientras bota las cenizas de Eunice y de Ezequiel. Recuerdo el asombro ante la primera novela que le leía que terminaba vitalista. Bueno, hay algo que va más allá, eso de, incluso más allá del renacer, y es aceptarse... y quizás, en ser el que se es, sabiendo que se puede cambiar en el camino, es la razón de ser de la novela en esta relectura.

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