sábado, 23 de agosto de 2008

MOUTH OF GHOSTS

TODO EN OTRA PARTE

Carolina Sanín Paz

Seix Barral. Bogotá. Febrero de 2005. 233 pp.

¿En dónde ubicamos esta novela? ¿Junto a qué otro objeto de valor de culto podremos colocarla sin que desentone? Por un lado, y valga la confesión personal, la tengo justo al lado de la primera edición de “Opio en las nubes”, de Rafael Chaparro Madiedo, claro, estoy hablando de mi colección sagrada y estoy preguntando por un nivel más nacional, por lo menos. Ya otras personas más juiciosas, más nobles y más dispuestas al diálogo llevarán “Todo en otra parte” al sitio que se merece. Y revisando muy por encima la historia de la literatura femenina, de nuevo, en Colombia, cabe en casi cualquier parte dentro de las primeras casillas que hay para ubicar un lentísimo orden de llegada.

¿Es muy difícil escribir desde el lado femenino de las cosas?

No.

Ana María Jaramillo, Emilia Ayarza, Amalia Posso, Mary Daza, María Eugenia Sierra, U’ Wa Bericha, Emma Lucía Ardila y la gran Albalucía Ángel son esos nombres disponibles para quienes tengan curiosidades o inquietudes mucho más allá de las noticias rimbombantes que aterrizan sobre ese territorio nombrado por muchos y leído por pocos.

Claro, quedo con la duda.

Hurgo hasta lo que creí era el hueso, y me encuentro con un extraño artículo de Andrés Torres, pasto allí la noche previa a la explosión de este issue, y llego a una conclusión: No, no hay pares para esta ocasión tampoco, y la literatura –oh débil salvadora- no sirve. Se tiene que tener mínimas nociones de filosofía gruesa contemporánea y las bases fervientes o burbujeantes de la física fractal, de la física cuántica o de la teoría del caos, quizás, para recoger todos esos pedacitos de ese rompecabezas que es esta novela, forjada, con una estructura que solo puede ser leída, difícilmente imaginada, acariciada, posteriorizada, agradable o cómoda.

Bueno, pues paila con el lector que se quede a mitad de camino y no entienda muy bien cuál es el efecto pretendido por la bogotana.

Y, ya lo habíamos visto recientemente, ahora que el diario o bitácora de autor se vuelve más importante que la obra misma, Sanín Paz escapa del facilismo y vuelve todo un ocho en mi cabeza al releer por séptima u octava vez su explicación en esa revista llamada Piedepágina.

Así que solo con el libro, tengo que partir a conquistar ese territorio.

¡Escapismos o trucos de la memoria, para otros!

A mí solo me alcanzará una confesión –otra- para cumplir con lo prometido.

“-Puede un fantasma aparecer en dos partes a la vez?”, se preguntan en el libro.

Responden que no. Y yo digo que sí.

Este libro es eso, un espectro o un ectoplasma.

Recuerdo la atracción instantánea que sentí cuando lo ví en los estantes de la librería. Perseguí a la autora una noche en una serie de presentaciones para que me firmara mi ejemplar y luego me puse a leerlo con la tenacidad que solo puede proveer la ansiedad. A partir del tercer capítulo, comencé con ciertos dejos de agotamiento, y empecé a arrepentirme, porque el fantasma, justo en ese momento, estaba en otra parte: en los tenaces brazos morenos de mi tía en una ciudad del oriente medio, donde ocurría casi lo mismo, una lucha tenaz y memorable por tratar de terminar el primer capítulo.

Claro, esto no es una carrera.

Pero un diario que no quiere contar las noticias desde el frente de guerra y sí seguir la finalización de una relación de pareja, dice mucho, y se puede tomar como una crítica grande a este sistema. Y una confusión matemática tras los intercambios turnados de pareja y ese hombre haciendo un perro, creo que necesitan de cierta preparación para cumplir con el propósito.

Raro, freak o bizarro, lado B o lado Z no quiere decir nunca que se trate de una obra maestra. Pero lo raro siempre es hermoso, y esta obra –a veces la considero muy larga comparada con los graneaditos cuentos que hemos podido leer de su autora- lo es. A su modo propio, pero lo es.

Anti lo que sea, la volveré a convertir en objeto de lectura pública dentro de los pequeños círculos por los que me muevo, y regresaré, quizás, vomitado como un perro, pero contento de haber puesto sobre la plataforma de lanzamiento una obra de culto que no necesita de mucho aspaviento para conseguir suscriptores, porque desde ese febrero de 2005 ya tiene a los que son abstraídos a su alrededor.

Hoguera de letras que no es más que una hoguera perdurable.

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