Al luchar contra esa inquietud o riesgo rasgado del azar.
Al cerrar cada vez que lo tomo -tres veces en los últimos dos meses- como si de una derivativa poción se tratara…y yo sin saber mucho a cambio….o sin detenerme a repensar en el absoluto o en las nómadas palabras quél riesgo hace crecer entre tanta parábola de brutalidad o de golpe o de la cantidad de legiones que se hallan dentro de uno como para permitirse la compañía del ese otro.
Por ello, leer es bajar por ese precipicio después de cruzar un bosque de ciudad desparecida en la mente de algún doctor y no detenerse en la arruga del abismo sino cargarlo consigo para hallar una apertura de respuesta después…o…. simplemente releer…
¿Importa, acaso, la profundidad de la seguridad?
¿La levitación constante del no saber ni cómo ni cuándo nos volveremos es otro?
“Bajo la continua tensión causada por aquella latente amenaza, y a causa del insomnio al que yo mismo me condenaba, ¡ay!, con más rigor del que nunca creí que algún ser humano pudiera soportar, me fui transformando en un hombre roído y vaciado por la fiebre, en una criatura de lánguida debilidad corporal y mental, obsesionada por una sola idea: el horror a mi otro yo.”
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