miércoles, 28 de mayo de 2014

COMUNIÓN ( ,2014)

Esa desgracia para los tiempos que van corriendo, que poco a poco, sin apenas suspirar, nos cercan con una abrazo de púas para extraer el resto de emoción que, coagulada, permanecía imbatible en aquel cuenco, humano, lleno de sed no obstante, lleno de tal dolor, tan vivo, sin embargo, tan.
“El desencanto redentor”, canta la banda en “(epidemia mundial de desencanto)”, suerte de abrebocas para comprehender que allende el silencio, el cúmulo lento de la lentitud aboga por permanecer en nos para vigilar el cruce de la balsa a la siguiente estancia de paraíso, la fuga, la no muerte, pero que no vida, la crueldad tibia del desacierto, de la voracidad insensata, del combate contra la finitud, mas juventud en bucle, colapsante, entre agobio, fantasmas ya, los unos, sin ardor, reemplazo mineral de la pasión, entre paredes magmas de una fe que sin duda vira a sí misma a la velocidad de la voz de antaño ya tan tolerada, ectoplasma.
“En las fracturas aún ajenas al control”, canta en “La paciencia del cuchillo”. Lo importante es mantener viva la imagen del recuerdo del embate de una lucha que insiste, moralmente, en llevarse a cabo, aún ante el infinito fracaso de la mancha; una vez más, pero no más. Eso mismo, pero no más. Eso mismo, hasta el no más.
“paisajes post industriales,
sin presentes, ni futuros”, canta en “Geografías”. Cuando decía quietud, más allá de pretender un silencio, era la magnitud del feroz olvido, ya sin siquiera una sombra a la cual acoger la esencia, que ningún abrazo, que ninguna premonición.


De regreso de la repulsa inflación, ya sin alcance de brazos estirados en una zona común negra por muerta, la comunión del crucial metal con la palidez del hardcore ofrecía un miedo sin cabeza traducido a la esencia de lo acústico, tan lejos ya del centro nuclear del peligro cuya hoguera seguiría alimentando a tantos demás, con la nostalgia vigilante al frente, quizás asumiendo algunos alcances minúsculos de los lados, más que huyente, en perpetuo desarraigo, esa fe puesta en semillas muertas, esa voz de cloaca que funde el ánimo, esta vez alcanzando la orilla idiomática del español. El svr. Ya no habría otro lugar qué huir. Desde el svr

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