jueves, 25 de enero de 2007

ASERTIVO, AVENTURERO, INDEPENDIENTE, INGENIOSO, GENEROSO, INCANSABLE E IMPULSIVO

LAS OREJAS DEL LOBO
Antonio Ungar
Ediciones B. Bogotá. Marzo de 2006. 143 pp.

“Soy un lobo y por dentro soy un niño al que
le palpita el corazón y cuando por fin
empiezo a bailar para que los
grandes sigan riéndose
soy también un tigre.”

(PRE-CORO):

Quizás deba empezar esta breve reseña con algo inusual: una disculpa. Y la presento, porque seré franco frente a esta obra, la cuarta de este tenaz bogotano.

Marguerite Yourcenar decía que el problema de juzgar a nuestros escritores contemporáneos, era la ausencia de distancia en el tiempo que ayudara a limpiar un poco el agua, tras pisar el charquito con la lectura; y en esta ocasión, las turbiedades del presente, lo sospecho, no me dejan ver el bosque.

I. DARKER DAYS AHEAD

Debo decir, antes de continuar, que “Las orejas del lobo”, media, de manera intuitiva y acertada, entre el cuento y la novela.

Se me viene a la cabeza, con cierto esfuerzo, la dualidad que presenta la cultura oriental, representado en el enigma del yin y el yang.

“Las orejas del lobo” muestran una clara tendencia hacia la dualidad: días claros vs días oscuros; novela vs cuentos; niñez vs adultez; inocencia vs la lucha por entregarla; hermana vs compañeritos de colegio; padre real vs padre fantasma; madre vs prima…….

Tras un valioso período experimental, que produjo dos títulos: “Trece circos comunes” (Norma, 2000) y “De ciertos animales tristes” (Norma, 2000), la aparición de la primera novela de Ungar, la intrigante “Zanahorias voladoras” (Alfaguara, 2004), mostraba a un escritor que equivocaba su naturaleza al irse por el poco adorable largo camino de la narrativa, cuando, por medio de unos atajos que conocía muy bien, podría presentar unos resultados más óptimos.

Seguramente, Ungar, ha recapacitado, y para esta obra, presenta un estilo que le aviene mejor a su naturaleza de extraño y genuino trazador de historias, por lo que cada uno de los cuentos, sagaces, efectivos, o excusables, oblongos, se agradecen, a veces, no por el resultado en sí, sino porque traen de nuevo a un escritor que jamás debería salirse de ese formato, o no hasta que asuma la experiencia necesaria y sea capaz de sostener el encuentro exigente de crear una novela o de atravesar el campo de los 42 kilómetros 300 metros de la literatura, sin tener que acceder a las comodidades del dopaje.

John Cheever, por ejemplo.

II. WE’RE NOT ADULTED ORIENTATED (‘CEPT BY THE WAY OF THE TIGER)

“Carismáticos y confiados en sí mismos, los Tigres nacieron para ser líderes. Esto les da un aire de autoridad que la mayoría encuentra difícil de resistir.”

El sabio horóscopo chino, en su capítulo Tigre, entra a ayudar a definir al personaje que corre por los largos corredores de esta obra.

El niño, pelirrojo, huérfano de padre, hermano mayor de una niña, no cabe mejor dentro de la definición accidentalizada del feroz animal de cuidado: “encantador y divertido, dignos y afectuosos, nunca pierden el control, excepto cuando están bajo considerables cargas de estrés, entonces, no tiene ningún inconveniente en entrar al círculo de batalla….”.

Ungar, joven macarra, entretiene a sus lectores con las travesuras de un chico que años más tarde, protagonizará su novela anterior.

Ungar, por supuesto, nos entrega una suerte de Rare Track, de lo que será, lo repito, años más tarde “Zanahorias voladoras”. Como si el público hubiera pedido explicaciones en torno a los inicios colombianos de un producto de exportación que recorrerá Europa en su primer período como adulto.

“Las orejas del lobo” leída, entonces, como un apéndice de “Zanahorias…”, es un divertimento existencial con muy pocos grados de detonación, excepto, claro esta, por las rarezas que se pueden hallar en cada una de las páginas, que no son más que las obsesiones seguras y rocosas de un escritor que merece aventurarse más allá de lo permitido en las letras nacionales, y que, hasta el momento, lo ha demostrado: la muerte, el fantasma de su padre, la terrible desgracia de saber que la niñez se va a acabar en algún momento, la familia, y la exploración de un territorio que poco a poco necesita ser colonizado para, luego, saber desplegar con maestría las propias alas que apenas se están intuyendo.

III. “POR LOS BELLOS PAÍSES DONDE EL VERDE ES DE TODOS LOS COLORES”

Ungar, divide la obra en dos partes: “Los días oscuros” y “Los días claros”. Los primeros, tal como su nombre lo indica, son el lado estrecho, inapropiado, difícil de la historia: el aviso de que su padre va a morir, la muerte de su padre, la visitas guiadas del fantasma de su padre, la recia viudez de su madre, la búsqueda de un sitio al cual pertenecer, la incomodidad de tener que pertenecer a un círculo social, su desalmada abuela, la ciudad fría, la cuadra bonsái. Vericuetos atractivos, paraísos que se antojan imprescindibles para completar los datos para la ecuación que, seguramente, vendrá más adelante. Los segundos, en cambio, son tan inmaculados, que no son más que una intromisión dentro de la vida del personaje, del que no se sacan más que datos curiosos, pero que no dejan de tener un cierto tinte molesto por el aroma confesional que exhuman. Supongamos que la historia realmente está contada por un niño. Se puede pensar que sí. Bueno, ayudado por un adulto que le ayuda a explicar los asuntos almáticos, los asuntos que en sí, proponen una historia. Y si es así, no quede más que proponer la lectura de la primera parte de la obra, para no desatar la pronta acumulación de gestos negativos en un escritor que lo merece todo. Pero la obligada (?) segunda parte creo, a mi modo de ver, que sobra. Y es esta la razón por la que pido excusas en el (pre-coro) de esta reseña, porque desechar algo limpio en estos oscuros tiempos, no deja de ser un acto terrorista, y a sabemos, políticamente, que quiere decir esto.

Pero, igual, se lee, y se notan ciertas sonrisas de algo que podríamos llamar afecto mientras se van sucediendo las explicaciones de ese, entonces, Lado B de un Lado B, y si quieren sentirse bien por ser seres humanos y por ser sabios padres de familia y por querer a sus hijos a pesar de todo, pues disfruten el espectáculo final del show de 143 páginas, y acumulen todas las enseñanzas que un niño de siete años les pueda brindar.

IV. ENVÍO:

“Cuando los Tigres permanecen enfocados y concentran su energía en objetivos dignos alcanzan grandes resultados”, nos dice el antiguo y hoy consultado horóscopo chino.

¿A qué sabrá la siguiente historia de Ungar?

¿Será una historia independiente, o estaremos ante una saga liderada por un tigre que con los años se empieza a confundir?

Sólo nos queda esperar, humildemente, esperar, pacientemente, abordar las horas hasta que el aviso editorial del nuevo título, nos haga ir hasta una librería y hacernos a esa (futura) obra.

Ungar, mientras tanto, para mí, ha quedado en puntos suspensivos, pero como ya lo dije en una ocasión, vale la pena mantenerlo ahí, a disposición de ese lector que todos llevamos adentro, cuando de capítulo reciente el Lit.Col. se refiere.

Y para ello, Ungar tiene de su parte la fuerza misteriosa, asertiva, aventurera, independiente, furiosa, incansable e impulsiva del Tigre.


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