LA REBELIÓN DE UN BURGUÉS-ESTANISLAO ZULETA, SU VIDA
Jorge Vallejo Morillo
Editorial Norma. Bogotá. Julio de 2006. 276 pp.
Tengo que confesar algo de entrada frente a esta columna: en algún medio de comunicación escrito, no recuerdo cuál, en la sección “Libros”, cuyas reseñas más bien parecen unos suspiros de unos pocos renglones, encontré que “La rebelión de un burgués” no había llenado las expectativas de quién dirigía dicha sección. Él, el reseñista, se quejaba porque se trataba de un libro que ahondaba en la arista humana del pensador colombiano, y no en sus ideales, atmósferas ensayísticas y resultados filosóficos y psicoanalistas.
Debo objetarlo.
Vallejo Morillo fue amigo y compañero de trabajo de Zuleta. Lo conoció de tal forma, que pudo entrar dentro del círculo privilegiado de verdaderos amigos y por ende, conocer a quienes verdaderamente formaban parte de su círculo inmediato de fortaleza emocional, incluyendo, como no, a sus familiares.
Las razones que sustentan el proyecto del autor de esta biografía son tan variadas como válidas: la primera, obvio, es rendirle un homenaje a su amigo, pero más allá, a una figura importantísima dentro de los límites del siglo XX en Colombia, canalizador de un proyecto filosófico basado en la literatura clásica, en el psicoanálisis y en la filosofía, que lograba colarse a la academia, a la política, a la economía, a la sociología y a la vida cotidiana, puesto que uno de los vectores que Zuleta propulsaba, era la erradicación del facilismo dentro de nuestras vidas, y lo decía porque ya veía lo que iría a producir la televisión, por ejemplo, dentro de las mentes de los televidentes, que son la gran mayoría de colombianos.
La segunda razón es graciosa, y detrás de ello, triste: Vallejo Morillo esta jubilado, y para no deprimirse o enloquecerse, decidió visitar a los integrantes del círculo más inmediato del pensador burgués, y darse a la tarea de construir su biografía. “Una biografía de tinto y pandebono”, lo dice el mismo autor en un aparte de la introducción del libro.
Porque “La rebelión de un burgués”, es una biografía tanto dolorosa como respetuosa. Y no por ello debo decir que poco documentada o facilista.
Vallejo Morillo hace un recorrido por la vida del pensador, situándola junto al movimiento social de cada una de las épocas, es decir, desde la temprana muerte de su padre, la vida de viuda que llevaría su madre, la segunda guerra mundial, el comunismo, el rechazo a cualquier forma de poder y/o burocracia, la violencia en Colombia, la corrupción, el enajenamiento a causa de la tecnología, y un largo etcétera que se combina con una multitud de anécdotas, muchas de ellas contadas de primera fuente, que conforman una imagen real de Estanislao, no sólo como pensador, sino como un rebelde, un profesor sui géneris, un miembro del gobierno, un directo de escuela, un padre, un esposo, un hijo, un hombre que, en definitiva, estaba marcado desde su nacimiento, a ser el guía de sí mismo, sin aceptar, apenas , la intervención de alguien que gobernara sobre sus pasos.
En esta época, en que la necesidad de aligerar la cultura para que no haya necesidad de pensar más de la cuenta, esta en el punto más alto, y por ende, más absurdo, la lectura de una vida como la del pensador antioqueño, no sólo promueve, a su vez, la lectura de sus ensayos y posiciones filosóficas, sino que sirve de ejemplo para que cada vez más de nosotros mismos seamos a la vez guías de eso que llevamos dentro, con cierta dosis natural de autoexistencia, pero también con el debido respeto que se debe tener por los otros, por quienes siempre van a estar ahí, a nuestro lado, sirviendo como aliados o antípodas de una misión que muchas veces, por estar enfrentados a fuerzas que jamás nos servirán de maestros, dejan secuelas infinitas en nuestras huellas mentales.
No me queda más que recomendar y agradecer por la aparición de esta biografía, que sirve, también, para mostrar una época, un destino, y un sinsabor que Colombia tiene contra sus más valiosos especímenes.
1 comentario:
xlacoloniax dijo...
publicado originalmente el "El Cotidiano", en la columna "Lector Ritual"
13-01-07
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