LOS QUE CUENTAN
VV.AA.
Revista Número Ediciones. Bogotá. Marzo de 2008. 200 pp.
Las coordenadas están puestas ahí, en el aire, a la mano de cualquier ente mortal con el suficiente valor para empezar a desenrollar la historia, cualquiera, con minúsculas.
El camino se va haciendo a medida que se anda. Las licencias se permiten hasta el final. Excepto la duda. Excepto el anhelo por pretender apuntar muy alto.
La luna estará ahí hasta mucho después de que el último habitante vivo hoy en día de la ciudad fallezca de viejo. Algunos poquísimos escritos sobrevivirán. El resto será parte fundamental de ese lado extinguido. Naturalmente, claro está.
Hablar o decir “urbano” no quiere decir nada nuevo. Ya no. A lo sumo unos tres lustros atrás. Pero ya no.
Una ciudad puede ser lo que cada uno de sus parásitos le quiera endilgar. Luego nadie puede decir lo contrario. Veo los cerros desde las cuatro de la mañana, de la misma manera que alguien verá un edificio colapsar bajo la sensual delicadeza de un vómito de humo de buseta.
Colores por doquier.
¿Pero pretender?
Inténtelo una vez más, y luego hablamos.
Porque por el momento, lo único que puedo hacer, frente a eso, es callar. Guardar silencio. La estática. El ruido blanco. Un tele apagado. Una mala canción. Un disco rayado. Una pesadilla. Una broma pesada o de mal gusto por parte de algún dios ebrio de tinte menor.
¿Sirve escribir por obligación?
Quizás.
Incluso por el dinero.
Pero cuando el dinero es el que habla y las palabras no. O la idea no. O la intención es la que se queda callada.
Supongo que es cuando empiezan los problemas.
La desazón, la rabia, la impotencia, algún acto de manifestación catártica por ocultar que es violenta.
“Revocar al agitador”, porque qué más se puede hacer.
La advertencia, tiburones en la zona, no impide que alguien quiera darse un chapuzón.
Pero aquí, en este caso, ¿cuál sería el símil?
¿Perros callejeros furiosos? ¿Palomas hambrientas? ¿Mendigos recién despiertos?
Lo bello, muchas veces, no necesita una segunda opinión, puesto que la precisión de un sentimiento no admite el error.
Pero tras encontrar un rastro de esta clase, el dolor se emancipa. Y, curiosamente, empieza a fluir por sobre el cielo que nos cobija, aunque cielo hay uno solo. Muchos infiernos eso sí.
¿Cómo este?
A lo mejor.
¡Pero ánimo!
Ya amanecerá y veremos en que quedamos convertidos, estatuas de sal, al culminar la nefasta oscuridad.
En cualquier caso, recuerde, mosca y avisado, no lo tumban ni en avión.
Así que siga tranquilo por su caminito, no le pare bolas a ciertos avisos, y sobre todo, mantenga la calma.
Alguna recompensa lo esperará en la casa.
ADDENDA O CÓMO SALVARSE DE ESTE ESCOLLO MACABRO:
Revocate The Agitator
Inhumation - intermenting heaven's light
Altercated - activate the animus
Instigation - terrify the holy hearts
Mutilation - helpless christians ripped appart
Revocation
All christians are destroyed
Unguarded by the light
The Satanist rejoice
Revocate me!
Retribution - brought upon by god belief
Isolation - confrontate the enemy
World castration - exaltation anarchy
Revocation - Hell's reclusion to receive
Revocate the agitator
Revocate the agitator
Revocate the agitator
Revocate the agitator
Inhumation - intermenting heaven's light
Altercated - activate the animus
Instigation - terrify the holy hearts
Mutilation - helpless christians ripped appart
Revocate the agitator
(Letra por Glen Benton
Música por Glen Benton, Brian Hoffman, Eric Hoffman, Steve Asheim)
Extraído
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