ROBOT –LOS PRIMEROS 43 NÚMEROS. GACETILA DE CÓMICS Y OTRAS VAINAS
ROBOT
MDE07. Medellín. Abril de 2007. 94 pp.
Como siempre preguntan, lo mejor es empezar explicando lo que es de la manera en que ellos lo perciben. En el número 22 (diciembre 04-enero 05) publican “Fanzines para dummies” que dice, más o menos, así: “A ver, pongámonos serios, todos queremos sacar una revista decente pero siempre llegamos a la misma conclusión: eso vale mucha plata. ¿Entonces por qué no, mientras tanto, nos dedicamos a llenar este pueblo de papeles? Es facilísimo:
Paso 1. Saber qué hacer: fácil, a todos nos gusta algo: diseño, música, literatura, deportes (a mí no me gustan, por cierto). Pues a escribir sobre eso (o dibujar o tomar fotos, para el caso es lo mismo).
Paso 2. Diseño y armada: pues lo ideal es tener un computador y unos cuantos programas de diseño. Aunque hasta a punta de Word y Paintbrush se arma algo. Si no tiene PC no se preocupe, el viejo recorta y pega sigue vigente.
Paso 3. Impresión: Aquí todo depende de la plata, pero no se preocupe, existen unos aparatos de lo más útil llamados fotocopiadoras. (La impresión de bajo presupuesto es una estética sin explorar en estas tierras, ¿qué tal un fanzine en serigrafía, o uno impreso en una impresora de punto?).
Paso 4. Distribución: eso sí no existe, si quiere vender pierde su tiempo, piense en la distribución gratuita o en costo bajo, primero hágase conocer e intente vender cuando crea tener un público, es lo más sano.
Listo. Así de fácil. Ahora a la calle…”
Robot salió a la calle en algún día de febrero de 2003. Sus integrantes por aquel entonces: P2 y m.a. noregna –los únicos que firmaban- habían tenido ya una cierta clase de experiencia en fanzines idos por el agrio abismo de la autodestrucción, y –harto creyentes ellos- pretendían iniciar una suerte de movimiento revolucionario cultural a punta de fotocopias (escuchen Teenage Riot, de Sonic Youth), solo que basados en los cómics, que es lo que más les gusta. (Utilicen la pasión, muchachos, para llevar a cabo cualquier proyecto creativo). Una hoja bajo impresión, a una tinta, y en papel de diferente color para cada número empezó a distribuirse en la capital de la montaña sin pedir permiso. “Robot no es humano, no es maluco, no es orate, no es feo”, manifestaban en ese ya entrañable número primero.
43 veces después, algunos meses ausentes por X o Y razón, y algunos números dobles, concursan en un apéndice del Festival MDE07 –un encuentro internacional de prácticas artísticas contemporáneas- y ven publicado el libro, curiosamente, gracias a
Ya en algún número –se me perdió el dato- celebraban el haber llegado a un récord colombiano para fanzines, lo que es un verdadero milagro en este país. Ninguna publicación de este corte ha llegado tan lejos y ha durado tanto, conservando esa sapiencia inaudita –por no decir demente- necesaria para mantenerse a flote. Claro, como en la época de los dinosaurios, los mamíferos pequeñitos por entonces, poco o nada interesaban a los gigantescos reptiles. De tal forma que una de las ventajas del fanzine es que el pasar desapercibido lo vuelve prácticamente invisible (escuchen Secret Girls, de Sonic Youth).
Como suele suceder, aunque la plantilla original: comentarios por un lado/caricatura por el otro está desde el principio, con el paso del tiempo y de los números, la cosa se condensa o coagula. Recuerden hasta que fecha no se descubrió que la sangre circulaba por todo el cuerpo humano. Invitan a más personas, algunos se meten de colao y homenajean a quien creen que se lo merece. De tal forma de que entre quienes meten mano en el trópico están: elseñorjuanito, Max Moscú, m.a., Andrezzinho, Inu Waters, am, Malaleche, Periquito Azacán, Dr. Calamar, Tebo, Wil, Joni B y Truchafrita, quien también es el encargado de prologar el libro.
Desde el primer número hacen apología de lo que merece ser revisado, conocido o amado, bajo una sección que comienza llamándose: los maestros también se equivocan, para luego pasar a los maestros también se enamoran o lo que quieran que ellos descubran en sus cómics favoritos.
La lucha, con el correr del tiempo, parece abatirlos a veces. En el número 35, en Ojo Moderno, Truchafrita se cuestiona ese principio de la revolución fanzinera, llegando a la conclusión de que estaban muy equivocados, puesto que nunca nadie apareció en el mapa de sus alrededores para decir que ahí estaban siguiéndole los pasos a Robot. Y como suele suceder en los mejores grupos (escuchen a Animal Collective), son los mismos integrantes de la pandilla los que sacan fanzines laterales mientras los años se suceden: Mr. Q, Zen, El golpe a El Necio, Dar la talla, Tron, Cuadernos Gran Jefe.
¿Pero realmente no existe en Colombia otro fanzine que haya llegado, por lo menos, a los veinte números?
La complicidad que ejerce el cómic, es derrumbadora de mitos. Y fácilmente cercana al amor. Porque luego, no hay límites. El espíritu DeIYé termina haciendo acopio de algo personal dentro del cuerpo –a través del espíritu- y empieza a mover la máquina.
¿Novelas? ¿Cuentos? ¿Filosofía?
Sí. Todo parece estar ahí dentro de Robot, como al margen de cosas, como si no fuera lo importante, como si no se pudiera negar.
Pero ese efecto es desbordantemente distinto. Inigualable.
Porque lo natural se traduce en ese efecto tiempo.
Lo in o lo out.
Los dichos y sueños.
Lo oído e intraducible.
Lo mágico y lo perverso.
¡Y las bandas sonoras!
Ah si, bueno, y la internet. Pero esa dirección la daremos al final.
¿Qué se obtiene con un fanzine?
¿Para qué se saca un fanzine?
¿Qué objetivo tiene un fanzine en el día de hoy en esta sociedad de miedo?
Empezando porque se regala.
Quizás sea eso lo más atrevido que pueda haber hoy en día.
Obtener algo gratis de un valor perfectamente incalculable es delirante, por no decir absurdo.
Pero esas son las condiciones de la invisibilidad, del “underground” –entre comillas- como lo llaman ellos.
Y como este espacio no pretende desenmarañar cosas, sino más bien, compartir estados –a veces-, sólo diré muchas gracias Robot. Hacía mucho tiempo no me divertía tanto con algo que devengara lectura, y claro, las preguntas surgen a borbotones, empezando por la más básica de todas: ¿hay novela gráfica en Colombia?
¡Ustedes, jaja, rompen cánones!
Así que si hay alguien conciente allá afuera, háganse a un número del ya cada vez más escaso libro de Robot (
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Publicado originalmente en "El Cotidiano", en la columna "Lector Ritual"
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