LAS HIPÓTESIS DE NADIE
Juan Manuel Roca
Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. Septiembre de 2006. 137 pp.
Libro ganador del Premio Nacional de Poesía Ministerio de Cultura 2004
“ANTIGUO DOLOR Y NUEVO OLVIDO”
No logro entender muy bien el motivo por el que me atrevo a destapar el baúl siniestro de ciertas verdades confesables, justo por los días en que se cumple un aniversario más del Diluvio Universal, pero aquí va otro de esos ataques incontenibles de nostalgia con algunos gramos de pureza de más:
Una vez mi primer Editor Jefe, después de una extenuante jornada de búsqueda infructuosa por las paredes laterales de una escena que permanecía en estado catatónico, me ofreció –siempre he creído que era su manera de meter la mano en la salvación de mi alma sónica, alejarla un tantico del Rüido Crüdo y hacerla pacer por los campos siempre verdes de la calma que conduce inevitablemente a la madurez- las grabaciones completas del catálogo de Pink Floyd hasta la fecha: “Pulse” y ese bombillito rojo que competía con algunos por quién era el primero en cerrar los ojos esa noche.
Mi Jefe era un Real “Trekkie” de la banda londinense, por lo que la cantidad de material a guardar en el por entonces sólido formato del casete, era un despropósito mental.
Pero no fue por eso que le dije no, lo que afectó profundamente nuestras relaciones personales. La ronda de la verdad es que los sonidos épicos y misteriosos de los ingleses no terminaban de seducirme del todo –no es el espacio para ese tipo de explicaciones-, lo que no quería decir que no me gustaran o que no les prestara la atención debida. El “Atom Heart Mother” siempre me sedujo; el “The Piper At The Gates Of Dawn” es infinitamente repetible y por siempre jamás incansable; el “Wish You Were Here” me preparó para la guerra de desolación que es la Vida; el “The Final Cut” fue la banda sonora de la época más densa de ese insomnio que ya se volvió como mi segundo ser; el “Animals” fue objeto de una cacería despiadada para pretender agarrarlo con el puño de mi corazón; el “A Saucerful Of Secrets” fue lo único que pude oír tras mi primer grave rompimiento amoroso; el “A Momentary Lapse Of Reason” pretendió desviarme en mis inicios como melómano hardcore; y el “Dark Side” y el “The Wall”…bueno, ¿qué más se puede agregar de ellos?
Es cierto. Quizás le brindé mi negación, porque (no) sabía que los iría a tener más delante de una forma un poco eufórica; pero lo que mi por entonces Jefe respondió tras mi negativa no se me ha esfumado de mi mente jamás, y espero que nunca lo haga: “Algún día se va a arrepentir y se va a dar cuenta de la oportunidad que perdió”; frase que viene a mi cabeza cada vez que pongo uno de los cd’s automáticos para que cumpla su función de transformarme y llevarme a dónde nunca nadie lo podrá hacer.
Para no hacer más largo el cuento, y redondearlo así sea a la mínima expresión, diré que la geografía nos separó una buena década, pero la tecnología nos volvió a unir tras una separación “por lo sano” de casi tres años. Álvaro sabe que mi pasión por Pink Floyd dista de la suya, pero no por ello siente satisfacción por cada una de las historias –o facturas escaneadas- que le envío de cuando en vez –y una que otra osa publicar en su fanzine eterno.
La paz o en su defecto el equilibrio se obtienen con algunos gramos de paciencia y astucia o cuidado que llamaban mis abuelos.
“OFICIOS A DESTIEMPO”
Nación. Palabra tan ignota como destazada. Territorio marcado por el impurismo y la nostalgia a contracorriente. La furia y el orgullo primigenio que obliga –algunas veces exige- a cumplir con el pacto tácito entre la carne y la sangre, entre el presente y el futuro, entre Dios y la Muchedumbre.
A esa clase de palabra pertenece Roca. Poeta querido y eterno por dónde se mire. Como si los estamentos oficiales –de diferente curioso Color- le hicieran el corredor humano para que el vate entrara de manera oficial a la Historia; a ese encantamiento perpetuo que tanto hace dormir y delirar y crujir el Hueso Duro.
Diferente es cuando lo nombra alguien del vulgo y la arrechera comienza el sinuoso metástasis que hace mella en el inconsciente del gentío.
La lucha, sin embargo, sigue adelante, incluso palpitando por ella misma, sola, humeante.
“UN SER OCULTO”
Algo así –aunque con la intensidad de la Literatura que está a Cien Millones de Años Luz de la Música- me sucede con “El poeta nacional”, de quien he tenido la posibilidad de leer toda su obra poética, narrativa y ensayística oficial, pero cuyo eco se escapa hundiéndose más y más en un lugar inhóspito del que ni siquiera se su nombre.
¿Por qué?
Ni idea.
Lo curioso es que desde ese ya lejano 1989 cuando lo empecé a encontrar en el viejo MD, es la misma sensación la que me produce su poesía, de la que, repito, he puesto en lo más inversos sitios que gusto alguno pueda escoger.
A veces, sin embargo, las olas se devuelven con el tiempo, y no hacen más que ensuciar lo dejado en la orilla, cuando no llevárselo para siempre.
Alguien dijo del poeta antioqueño que sus preguntas no eran para ser respondidas porque eso era precisamente la poesía. Creo que es lo mismo que me sucede con él. De aquí a allá, o de allá hasta ese cielo que parece tocar no sin ruborizarse, y siempre mantenerse a flote, como todo un Señor.
Las luces, después, empiezan a apagarse, y el Misterio se despierta.
Esa es la distancia, que aquí llamaremos diferencia.
Necesidad de responder que se encuentra en otro lado, más blando, o más ultrademencial, progresivo, experimental o sinfónico.
Pero allá yo, que seguramente me las tendré que ver con más de un Fugado de la Palabra.
Porque las sombras, es decir, la compañía real, sigue el camino que lleva el río que es, y para cambiarle el rumbo, lo mejor es dejar la corriente tranquila.
La brevedad siempre es mejor en compañía.
La Nación vive.
Algún día me voy a arrepentir y entonces me daré cuenta de la oportunidad que dejé ir.
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