EL CARTEL DE LOS SAPOS
Andrés López López
Planeta. Bogotá. Abril de 2008. 319 pp.
“Como el ángel negro de la noche voy
Mi sombra no quedará en el olvido
No me toca la guadaña de la muerte”
Bang Bang, Malalma
Hace calor. Se ciernen sobre nosotros las nuevas sombras. Y seguimos con vida. Con el piloto automático en perfecto estado. Y el periscopio dulcemente aceitado, por si las moscas. Mirando para todos los lados, permaneciendo en ninguno. Intentando llegar al siguiente punto, desnudo de protección en medio de todo el desierto de fantasmas que se pasean con/sin vida por aquí, por allá. Abajo, la corriente se lleva la memoria. La que todo el mundo pretende callar. Porque a veces, ni el más fuerte sobrevive. Porque a veces esconderse permite dar a conocer, a medias, el cuento. ¿Cuál verdad como maldición se cierne sobre lo que solemos llamar “nosotros”? Desde la cruda esfera del talento, la estela de agonía está en su libre albedrío. ¿Pero cómo controlar a quien no tiene asidero? Frente a frente, el espacio se introduce en el tiempo y desaparece. Las huellas por doquier, pero sin señal ni motivación alguna para ir detrás de o en pos de. La palabra callada. La acción pensada. Macabramente. Sin testigos capaces de hablar. O la complicidad en el siguiente capítulo. “La historia demuestra que la degradación de un conflicto es directamente proporcional a su duración”. Una sedosidad de seducción. Una catapulta al paraíso imaginario de la Ningunaparte. Una (vil) noche interminable.
“Esto se está volviendo una mierda porque no se sabe quién es quién ni quién está contra quién. Aquí es todos contra todos y todos contra uno.” ¿Alguna propuesta que no vaya con la relación fractal de la situación del país? Duro optimismo o El Estado Ciego de las Cosas. Lo que equivaldría a que rayase en el absurdo. O, a menor escala, en el postneosurrealismo. ¿Y por qué todas las fiscales, agentes, jueces y abogadas gringas son tan despampanantes? “En Colombia todo se volvió un pantanero de tierra movediza”. O. “(..) en un país donde la realidad es peor que la fantasía” –basta revisar los instrumentos: “(..)cables eléctricos + taladros + bolsas plásticas + motosierra + baldes con agua” ¡Ah! Asepsia Moral. Cada país controla la Historia que se merece. Así sea escondiendo las cartas que tiene sobre la mesa. ¿Por qué somos así? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué seguimos (vivos) acá? Tal vez el Milagro implica Morir más tarde, de acuerdo a los planes propuestos desde ese Azar que algunos dan en llamar Destino, dilatando cualquier otro empeño de creencia; excepto en el murmullo blanco que deja esa –granos de arena de una playa (privada)- estela de “meros papelitos repetidos”. O. “(..) en un país tan pasional y desequilibrado (..) la pelea era muy larga, desgastante y complicada.” Esa palabra es linda, muy en el fondo: Lo Complejo, El Tejido. Esa forma de Amor contrario que expresamos lo mucho que nos importa un pito todo desde la misma concepción, puesto que alcanzar la siguiente orilla, a solas, de manera reptil, sin ninguna ayuda, es lo primero que nos enseña esta Nación. “País de locos”, de verdad. Lococolocombia. “La realidad del conflicto nos ha convencido de que nada de lo que podamos imaginar es increíble. ¿Qué pueden hacer las leyes en Colombia donde el dinero es rey? Y en ese mundo de conspiraciones cualquier cosa puede pasar. Se puede engañar todo el tiempo a una parte del pueblo y a todo el pueblo una parte del tiempo. Pero no se puede engañar todo el tiempo a todo el pueblo.” Ya toda la generación contenida en estas páginas ha muerto o cumple condenas en algunas prisiones. Los del día de hoy son mucho más atroces, dicen. Basta comprar algún diario de provincia para enterarse de ello. Ya aquella persona que mira desde los hombros de los gigantes, El Elegido, nos lo contará con lujo de detalles. Esto está muy caliente hermanito, yo mejor me voy a calmar las ansias al alpargateadero. Si preguntan por mí, pronto desapareceré. Todo bien todo gan. Cambio y Fuera, Generoso.
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