lunes, 7 de marzo de 2011

"NO ERA PARA ENCONTRAR QUE HABÍAMOS PARTIDO..."

DOCTOR PASAVENTO

Enrique Vila-Matas
Anagrama. Barcelona. Abril de 2006. 388 pp.

¿En qué momento habrá sucedido todo? ¿Será cierto, como dicen, que todo está profusamente inventado y sólo resta el descubrimiento? ¿Y la reinvención desde ese ocultamiento que practicó Paul Celan? ¿Y será, como dice Álvaro Enrigue, que como peces no nos detenemos en el agua de nuestro tiempo? ¿Y el imbécil de Franzen defendiendo lo del diecinueve? ¿Y es que uno ya no sabe no solamente para quién trabaja sino dónde trabaja? ¿Y casi todo lo demás?

Desde el crepúsculo de "Historia abreviada de la literatura portátil", y hablamos aquí del siglo pasado, las semillas de un porvenir -al que le faltaba cruzar una zona de alto oleaje y difícil visibilización del paisaje- llegan a una orilla y producen lo que leemos, lo que los encargados de un chiste que -la versión más fácil- puede llamarse vanguardia, puede corresponder con la visión de nuestra era: lanza en ristre contra los molinos gigantes que no son otra vaina que las sombras de nuestros egos.

(Pasa el resto de la última década del siglo XX. Hay un aviso: "El viaje vertical". Anuncio de desprendimiento. una descoagulación. La génesis de una semilla que comienza a gritar sobre terreno fértil.)

Resulta imposible -aunque cada uno de los libros permite su lectura independiente, jaja- desligar la tercera y última parte del núcleo catedralicio metaliterario de sus dos previas entregas:

En la novela Premio Ciudad de Barcelona en 2001: "Bartleby y compañia" -ese diccionario- se topa uno con: "Sólo de la pulsión negativa, sólo del laberinto del No puede surgir la escritura por venir."
Y citando a Baudelaire, contemporáneo de ese solitario aguerrido e inmortal llamado Kirk Douglas, se apuesta a porque el verdadero héroe es el que es capaz de divertirse solo.

En "El mal de Montano" se espera "toparse con fronteras jamás presentidas y hallar en ellas la tan anhelada fórmula para desaparecer del todo algún día".

¿Pero tanta dicha será posible de convertirse en cierta?

Descreído hasta mis siguientes tres vidas de los pactos extraliterarios, la confabulación entre Realidad y Literatura en la que el catalán nos ha sumergido con la fuerza de la tortura, sirve como marco de aquello que realmente vale la pena acometer hasta las última consecuencias: la lectura de la obra; la muerte, compromiso de todos...

*

Saltar del No a la Totalidad, diccionarios, ensayos y conferencias que bien pueden servir de tentempiés, así como desde el viaje al interior de los recovecos del sí mismo hasta el siguiente abismo, exige de parte y parte; y no a todos les queda bien el escribirlo como el leerlo.

Aunque no entendamos nada, el mapa -provocativo y adictivo- se funde en un lugar poco explorado del ánimo, bucleándolo, haciéndonos recaer una y otra vez, tomando apuntes, mirando ambos paisajes -el que leemos y el que presenciamos desde donde leemos-, creyéndolo todo como cuando se escribió La Odisea, La Divina Comedia o El Quijote, hurgando hasta dar con un fondo que ni con escafandra tocaremos, y tal como dicen de Bob Dylan, congraciándonos con este tiempo por permitirnos vivir a la par que este señor va presentando obra tras obra tras obra, cual cuenticas de una cadena que bien puede servir para peregrinar a través de la bruma que nos cubre y que no queremos ver por nada del mundo.

Un primer anexo: el acercamiento a un mundo noticioso cruel, delirante y automatizado y normal, en cerca de 6000 millones de habitantes, mientras Andrés huye de su propia carrera de fondo.

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¿Queda algo por decir?

Los guiños gauchescos a la voz recordada de un amigo muerto, o la visita semanal a una prostituta en condiciones higiénicas u oxigenantes para la matriz vívida que lleva el ya pálido protagonista: ¿Andrés? ¿El doctor? ¿Pynchon devenido en Pinchon? ¿Ingravallo?

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Como algún héroe errante fúnebre, "qué bello nombre, me digo ahora, qué nombre tan antiguo...", el escritor "se va, pero se queda, pero se va. Pero vuelve".

*

Morin o Calvino, Las siete tentativas suicidas para escribir desde este Milenio o esa condición soterrada para abandonarlo todo de una vez y caminar hasta ese fondo inesperado de nieve.

Vila-Matas, no obstante, ofrece una propuesta al cambiar ese vacío brumoso en un abismo real, palpable y capaz de albergar un cuerpo que acaba de expirar.

El protagonista de turno camina en la dirección que busca la compañía de los Bartlebys, "monstruos que andan vagabundeando por los alrededores de la locura", a lo sumo, lo más auténtico que nos deparará este siglo.

La locura o la improvisación...La improvisación o desaparecer...Desaparecer improvisando...Improvisar para ausentarse...Improvisar como resultado de la fragmentación...Fragmentar la desesperación...Desesperar el afán de enloquecer...

El "puro riesgo" de la verdad que siempre ha quedado: lo poético. La soledad.

*

"Soy un enfermo de literatura"
Soy un enfermo de locura
Soy un enfermo de desaparecer
Soy un enfermo de mi propia obra
Soy un enfermo de soledad
Soy un enfermo sediento por desclasarme
Soy un enfermo de vivir para morir
Soy un enfermo sin mi nombre

*
"I don´t remember half the time
If I'm hiding or I'm lost
But I'm on my way"

*

No queda más que reírse de los casquetes descongelándose, y con risa nerviosa, aceptar que estamos interpretando aquello que vivimos desde una de las tantas selvas incógnitas que el frío todavía no coge.

*

Preparándome para los vientos de 150 kilómetros por hora, opto por reír.
(Mi clave secreta para decir: improvisá)


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