miércoles, 10 de septiembre de 2014

Allegretto con anima

LA CIUDAD DE LOS UMBRALES

Mario Mendoza
Seix Barral. 2007. Bogotá. 167 pp

Puedo recordar, ciertamente, algo de ese aviso, y lo recuerdo porque lo creí cierto, es decir; "En él confío": Dios es un travesti. Por eso al travesti cotidiano, este que tenemos ante nuestros ojos, hay que respetarlo y adorarlo como la última imagen que nos queda de la divinidad"
Recuerdo ciertos avisos que no entendía muy bien de joven, "pero en nuestros días la incertidumbre produce incertidumbre, el pensamiento está a la deriva" lo que me explica, por otra parte, el por qué de mi encarnada descreencia frente a lo absoluto, la verdad o el estado pasional de las cosas.
Ahora que se levantaron las medidas cautelares sobre la exposición "Mujeres ocultas", de María Eugenia Trujillo, vale la pena la buena nueva extraída del "Diario de un letrado perverso": "mayo 16: Dios está en el clítoris. El único templo que nuestra época permite es la vagina" . Vagina, posiblemente la palabra que genera más terror en una sociedad tan acostumbrista como la colombiana. ¿Y si leyeran a Mendoza? Mínimo, la crucifixión en el exilio, con lo procuradora que es la actualidad de pisar derecho o straight, sin mirar al altiplano y la furiosa lloviznita que llueve delicadamente ante la osadía orgial del falo solar para cundir con la apoteosis del arco iris tan bello, tan marica, tan celestial.
Lo irracional y la pérdida de investidura espiritual. La incomunicación, el ensimismamiento. La ausencia. Lo indeterminado. Lo informe. Lo irresoluto.
"A cada instante nuestro destino ya es otro"
La impermanencia. Lo incierto, un "movimiento perpetuo alrededor de la nada", el estado confuso de insensatez. El sinsentido constante. Lo desplazado. El "en un continuo desorden". 
Siempre "una hora después de la aniquilación"
Sujetos sin destino, pedacitos discontinuos, ausencias carentes de descripción.
Jardín del edén.
Aquellos deberes que los otros desconocen.
Las hojas preconvertidas en visión de promesa. Promesa oscura. Podría llamarla defecada muerta. Ni siquiera tibia, ya. Per(r)o fantasma. En(tre) su agonía.

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