sábado, 24 de enero de 2015

NO CURE FOR THE LONELY

GUÍA DE LOS NO-LUGARES DEL SEÑOR PLÁTANO

René Segura
El Peregrino. Bogotá. Abril 2013. 84 pp

Todo son momentos, ¿no, cierto?
Tras "Los diálogos con el Señor Plátano" (Editorial Perfect, 2009) y "Los escritos apócrifos del Señor Plátano" (Editorial 10000 metros de altura, 2010), el cierre de una trilogía que si bien propone callar al único protagonista de la saga, ha de dejarlo como tarea pendiente para repasarlo unos cuantos años más, según estados de ánimo, según paciencias, según las ganas de acordación a las que se llegue tras pasar por los parajes que la vida, de ahora en adelante, haya dispuesto.

"Una nueva forma de unificarse estando sin lugar". Con ello se explica la lectura de compañía, para esta ocasión.

Y aunque propone "no pensar en la ruta", la marca del desencanto se descarga como lluvia de cuerpos a lo largo y ancho de la caverna.

Sin embargo, se halla la salida, puesto que se regresa a casa, tras el absurdo.

Tiendo a detenerme en esa frontera infranqueable de la utopía: "En un ser para otro, en un ser en tanto otro", y refiero el reflejo que proyecta Deleuze contra todo tipo de certeza, cocreando la autodestrucción del ego, en momentos de inquieta compañía que, al repasar una obra como "Satanás" lleva el nombre del maligno para cerciorarse de que la parte cristiana del planeta lo entienda. Pero al ocurrir tantos atentados, con o sin capacidad para pensarlo desde lo estadístico, digo que me deprimo más por los 1215 rinocerontes muertos en Sudáfrica que por el resto de masacres y atentados desde los musulmitas a aquello que no sea lo que ellos dicen que han de ser los que no son.
Al revisar lo de Charlie Hebdo, solamente remito a esa voz que ggm le dio a Bolívar en "El general en su laberinto" para callar al europeo que lo inquietaba con sus dones del más allá de la barbarie. "¡Déjenos hacer nuestra edad media!", le responde.
Dicha novela es de 1989, y 16 años después, desde Tüiter, Margo Glantz se responde asumiendo que estamos en una nueva Edad Media.
Occidente blanca son cuerpos, personas, duelos, fallecidos. El resto, estadísticas.
y así he de ocuparme de un caballo desollado vivo por una turba alicorada que en nada escapa a esos niños perdidos en esa isla en "El señor de las moscas".
O como dice Segura: "Más que un mesías este pueblo necesita la esperanza de tener uno: esa eterna espera le dará sentido a su existencia"

No es que no haya soluciones, o salvación. Es que el ser humano, diría Van Gogh, "fue un esbozo que le salió mal a Dios".

De ahí que el efecto retardatario de la saga del Señor Plátano, no sea para una masa 'navideña' sino para la dosificada inundación de tiempo para cuando el mundo tenga que obligarse a ser una "Carretera" à la Cormac. Y más que quien tenga la razón, se designe en quién es aquella persona digna de sobrevivir, para cuando vivir sea un castigo.

Y eso es el libro. De ser uno una casa, cuando ya no hay ningún sitio al cual llamar acogedor.

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