sábado, 23 de enero de 2016

Foul Sea

NUNCA VOY AL CINE

Enrique Vila-Matas
t.f. "En un lugar solitario narrativa 1973-1984"
DeBols!llo. Barcelona. Marzo de 2011. pp 333 a 405

Entramos a una pieza, siendo todavía un tricito de infantes. Hay un escritorio en un rincón. Hay más cosas en la pieza, una cama tendida con una colcha de colores, algunos afiches de fútbol, coistas por ahí que pertenecen a quien duerme ahí. Pero interesa únicamente el escritorio, o lo que está sobre el escritorio. Se está conjugando armar un rompecabezas de algo que no nos interesa conocer todavía, excepto que se hace un rompecabezas. Al ser todavía niño, cuando se lee que se trata de un rompecabezas de 15000 fichas se hace un nudo en la garganta. Se intuye la paciencia que se tiene que tener. El tiempo que se invierte en ello. Se piensa en el juego, en estar haciendo otra cosa mucho más divertida, más al sol, bañarse en una piscina, correr, jugar escondite. Pero esa persona que duerme ahí, decidió empezar a armarlo. Seguramente con la única excusa para con él mismo. Nadie lo obliga. Nadie, y es importante reiterarlo, lo obliga. Sobre el escritorio se logran ver dos nubecitas de formas, pero la incompletitud será, le pongo yo a ojo de niño de 9 años, del 92%, más o menos. Estoy de visita. No tengo tiempo para ponerme a contar las fichas. Ni siquiera para ver cuál es el resultado del enigma complejo y bidimensional. Mi timidez, también, me impide acercarme más, explorar. Deseo salir de allí. Quiero estar en territorio conocido para poder jugar. ünicamente pienso en jugar. La persona que duerme allí debe tener casi 7, 8 años más que yo. Me importa un bledo si lo termina o lo completa. Pero me interesa saber, curiosamente, cuánto tiempo tardará en hacer la tarea total.

Ese vacío horrible, extraño, amorfo, adolescente, esa incompletitud natural es la obra de Enrique en esos años bárbaros de aprendizaje, iniciación, error, confrontación, búsqueda, alimentación

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