sábado, 3 de septiembre de 2016

The Vomit of the Three Serpents (Ušumgallu, Bašmu, Mušmaḫḫū)

QUÉ VIVA LA MÚSICA

Andrés Caicedo
Plaza & Janés. Selección Cultura Colombiana. Bogotá. Marzo de 1985. 194 pp

Vuelvo a encontrarme con Caicedo Estela en un nuevo apartado de mi vida, no sé cuál va, y regreso a la edición primera con que lo conocí hará ya más de treinta años, y lo primero que se me viene a la cabeza es esa frase seguramente oída en  "Todo comenzó por el fin" de que la obra de Caicedo era demasiado local, evidenciando una falta de presunción de universalidad en las editoriales de aquel ya entonces. La misma falta de talento ante el porvenir de ese periodista que le preguntó a Ospina, en la inauguración del Festival de Cine de Cartagena, cómo podría haberse gastado tanta plata en "Pura sangre" siendo una película tan mala.

Ya sin el vértigo por caminar desfilando ante el eco del hallazgo, se lee para repasar aquello que ya se leyó de antemano, más que por el afán de entender cuál cúspide se dejó intacta, para afianzar la huella de la herida que se creyó sana pero que, cuánticamente, regresa a su cauce anómalo para recordar que desde antaño ya todo el daño luce hecho mas no desarrollado

La vida y sus embelecos entelecosos: ella sabe a qué (putos) autores poner en cada camino

Y vea cómo se tornan las cosas en poder cuando uno deja a un lado cierta vanagloria revolucionaria contra lo que sea para entender que cada influencia es ese viejo y agotado pero paciente y eterno Virgilio, ¡Oh!

¿Cuántas tesis fueron necesarias para explicar el tránsito de María del Carmen?

Ella como el alma que decide indagar el fondo del precipicio para empezar a dejar señales que se convertirán en cada torre vigía de quienes vamos en pos de otra forma no única de sabiduría, o porque simplemente nos tocó así, qué demonios se le puede hacer

Y algo que me llama la atención, también ahora, es esa reclusión tan propia que busca más que una protección un abrazo último de la angustia que es el vivir; en esa pronta comodidad inmersa de comida a domicilio, masturbarse, internet y series de culto gracias al laptop

María del Carmen todavía necesitaba de la perversidad del desvirgue para no enloquecerse del todo

Amén del sostenimiento de los padres; ¿pero quién putas hoy en día no tiene un trabajo bien pago en este domicilio del diablo?

Me encantó a medida que iría creciendo, envejeciendo, en contravía, ¿se valdrá decirlo todavía?, de mantenerla como una novela heroica para jovencitos

Sé de padres de familia de derecha que no soportan que una mujer sepa guiar a un racimo de embrutecidos machos por el olor del coño

Osea, si hace cinco años era una novela queer; ahora se fomenta la racionalización de la novela del poder femenil

Seguramente la seguiremos leyendo desde la osadía macabra que el régimen intelectual de turno, con sano respeto, le imponga

La novela será más viva que todos ustedes, increíbles pero finitos lectores; así que de nada, de la nada se podrá salir para alcanzar esa noción de eternidad que campea a lo largo del trozo de Cali que nos mete en la boca como si de un pie con semen del otro amante se tratase

La sabiduría plena de esta obra es que va indicando que la plenitud del envejecimiento va acorde con la sombra que camina mientras uno la pisa

Repito, me repito: la sabiduría

(Cada cierto tiempo que leo a Caicedo he de acudir corriendo a Chaparro y de ahí a la única heredera de semejante desazón bizarra: Sanín. Prometo, simplemente, que no habrá ciclo para ellas)

(En el anterior escrito había dicho que la voz de Caicedo Estela era demasiado actual siquiera para considerarla contemporánea; esa entrevista que logran salvar al filmar directamente al tele donde dice que ya no hay tiempo para leer; ese elíptico embate contrageneracional desde la emoción sincera)

* Fue allí cuando los columnistas más respetables empezaron a diagnosticar un malestar en nuestra generación, la que empezó a partir del cuarto Long Play de los Beatles, no la de los nadaístas ni la de los muchachos burgueses atrofiados en el ripio del nadaísmo (..) No fuimos innovadores (..) todo estaba innovado cuando aparecimos. No fue difícil, entonces, averiguar que nuestra misión era no retroceder por el camino hollado, jamás evitar un reto,que nuestra actividad como la de las hormigas, llegara a minar cada uno de los cimientos de esta sociedad, hasta los cimientos que recién excavan los que hablan de construir una sociedad nueva sobre las ruinas que nosotros dejemos

La nueva geografía

* Oí acordes nuevos, durísimos pero lejanos. No, no sucedían en esa casa, y yo tambalié toda al ubicarme, pobrecita, quién me viera, al descubrir que hacía el Sur era de donde venía la música, la música mismísima y caminé, caminé creo que largo y pisé rodillas y canillas y me asenté en cabezas sin clemencia, cabezas que no se mosquearon: ¿no oirían ellos, mientras me acercaba yo a mi fuente de interés, que al Sur alguien oía música a un volumen bestial? Eran cobres altos, cuerdas, cueros, era ese piano el que marcaba mi búsqueda, el que iba descubriendo cada diente de mi sonrisa. Llegué a la puerta, la abrí, oí la letra

El posconflicto

* La violencia progresaba si la belleza conducía. Y puro picado de violencia seca, de la que no alivia nada. Eso me aterró fugazmente, pero me preparé a permitir que todo sucediera. Sí, hagamos equilibrio encimita del infierno. Si resbala es porque se ha llenado toda de remordimientos

Y esa merecida respuesta desde alguna canción sombría que es incapaz de anunciar nuevos tiempos:

* Al salir ya sabía que tenía la vida por delante. Ni mucho menos que he acabado de vivirla

 https://www.youtube.com/watch?v=wfvbvmwZmdk

A la vez me preguntaba porqué pocas bandas de las que logré conocer en mi aventura colombiana no recitaban el manifiesto del final cuando sí repetían miles de veces o el de Trainspotting o el de Fight Club; y pensaba que era una falta de propaganda masiva, en afiches y camisetas y porque, pasado un tiempo, cualquiera de ellos se vuelve una vergüenza para el ponente de turno cuando ya empieza a autopagar los servicios y la plata le alcanza hasta para salir a comer o viajar o las zonas vip de los conciertos y discotecas

Y pensaba en que me quedé con el hambre de seguir hurgando en un pasado que sí me pertenece sin entrometerme en la rubicunda esencia actual para la que estoy demasiado viejo, por fortuna, para hincarle el diente

Así que no había de otra que seguir en la misma ridiculez de ser uno, hasta alcanzar ese momento en que todo se detiene, cuando ya hace tanto atrás se pasó el punto del jamás retorno posible

Libros que huyen con uno a lo largo de las décadas, vigilantes

Me había prometido escribir esta mondá mientras oía, en el vinilo óctuple de la reedición, el "Exile On main Street", pero la voracidad del presente me ganó la apuesta y la balanza se inclinó seducida ante el jazz del "Cuts of guilt, cuts deeper", por lo que el listado de canciones anotadas: Ruby tuesday, Salt of the heart, She's a rainbow, Loving cup -que en la novela aparece como complicada y es la que cantan en esa bellísima forma con Jack-, On with the show, Play with fire, It's only rock 'n' roll, I got the blues; y la emoción de sentirse atraído, todo como en una coincidencia que la a vida no le importa, por eso para anotar no es tan importante eso: el amor y permanecer quietecito en una parte de la palidez del humo que no es necesario siquiera recordar: qué le vamos a hacer si nos tocó la época en la que somos eternos seducidos y luego abandonados, que me recuerda una frase de Vallejo que si mal no recuerdo, cito de memoria, dice así: "¡malditas madres! Primero lo encartan a uno con la existencia y después se mueren"

Al final, de lo que leí acá fue de la confianza, de la necesaria para poder acostarse junto a alguien y después de estar más tiempo juntos, preferir seguir estando con ella:

pero eran difíciles los acuerdos. Nadie parecía vivir con el interés constante de la música

¡Te odio!





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