sábado, 5 de agosto de 2017

Fernando Brox: flauta Agustí Martínez: saxo alto Don Malfon: saxo alto El Pricto: saxo alto y conducción Pacho Dávila: saxo tenor Albert Cirera: saxo tenor Diego Caicedo: guitarra eléctrica Olivier Jambois: guitarra eléctrica Johannes Nästesjö: contrabajo Joni Garlick: batería Vasco Trilla: batería

LA VERDAD SEA DICHA. Mis memorias

Germán Espinosa
Taurus. Bogotá. Noviembre de 2003. 461 pp

(f.

RUBÉN DARÍO Y LA SACERDOTISA DE AMÓN
Grupo editorial norma. Marzo de 2003. 151 pp

+

EL SIGNO DEL PEZ
Planeta. Bogotá. Noviembre de 1987. 231 pp)

Terminaba, así, con esos títulos, el ciclo dedicado al Maestro Espinosa. Seguramente en deuda con algunos títulos, siendo la primera impresión aquella que desde la lectura se puede expandir y luego acometer en series sucesivas de acontecimientos que a su debido momento tendrán su espacio cierto en ese juego de tetris qués la vida, la lectura
Como estoy tan retrasado según lo convenido para con éste espacio, tenderé a la brevedad
Incluso el Maestro susurra que suele comparársele con GGM por un serie de empachos o confusiones o ligeras equivocaciones tontas por parte de lo que en otros horizontes tenderían a ser llamados críticos
¿Pero ante éste libro cómo no establecer conjunciones entre las dos carátulas de las dos memorias que tienen a sus autores en estado de gracia extremadamente infantil?
Si los gabólogos abogan por "Vivir para contarla" como un libro que expulsa al genio escritor que hay allá adentro de ese personaje, "La verdad sea dicha" es un manualito para saber a qué atenerse cuando de escritura y seguramente el resto de artes se refiere: envidias, zancadillas, ataques, lo despiadado, lo crüel, el lado criminal, las ventajas de ser invisibles, la marcación del territorio, y sobre todas las cosas, y he aquí que se figura como condición humana, el ego
Sobre el título, vale la pena rescatar esa confesión de cómo son en realidad las personas que desde una distancia que solamente se roza desde un nombre impreso ni siquiera llegan a caber en lo que una mente humana puede ser. Se habla tanto de la fuerza del arte para soliviantar los momentos más crudos de la macabra humanidad, pero humano maldito es, y por más artista no se va a dejar de lo contrario. Por más esperanzas de una paz que no logramos entender como colombianos: Arturo Alape era una gonorrea. Manuel Zapata era una gonorrea. Gabriel García era una gonorrea y un tacaño de mierda. Cobo Borda era el más gonorrea de cualquiera que hubiese nacido en éste país, sumado a que al pertenecer a la oligarquía se brezaba el derecho a ser un cúmulo drástico de mierda de puerca
Y aún así, el Maestro, cuando alguien le gusta, es capaz de escribir: lo aprecio como escritor o por su obra en sí
Y la tercera línea, la que más me llamó la atención, es la política. Recordando que el Maestro trabajó en la campaña de López para el 74 escribiendo un libro titulado "Anatomía de una traición" que le costaría el inicio de sus peores años como persona y que culminarían cuando sería nombrado como agregado cultural o viceconsul o algún puestico de esa clase tanto en Nairobi como en Belgrado. Pero es esa tendencia, que también se lee tras la sombra de GGM de mantener en un lugar especial a López, que dejó a Colombia sin deuda externa, y sobre todo su crónica sobre las verdaderas causas de la muerte de Gaitán, y que no fue más que un peón caído por parte de la recién formada CIA para declarar la guerra abierta a la URSS
Después el Maestro retoma "La tejedora" y así como Coltrane para componer "A love supreme" se encierra bajo supervisión de su pareja y es que empieza uno de los capítulos más bellos y misteriosos de la reciente literatura colombiana, ya en su lugar adecuado para la recepción de semejante tribvto, porque hay que recordar que "La tejedora" tuvo sus líos para adecuarse al público lector del momento, allende la segunda edición que casi es confiscada por el propio heredero del editor ¡por culpa del cabrón del Cobo Borda!
¡Jaja!
Pero todo, así tarde siglos, todo logra ocupar su lugar preciso, el elegido, y así hasta que finalmente desaparezca como una motita de polvo en la siniestra estructura cósmica qués nuestro universo
No fui un gran lector de la poesía del Maestro, pero al leer las explicaciones que llevaron a su composición, y al regresar a leer los poemas, quedo en la causa, nuevamente, de que no es un gran poeta. E insisto. Es un entero narrador, incluso mucho más allá de sus cuentos donde se percibe falto de espacio, casi que afanado en algunos títulos. Y, por supuesto, aparte de "La tejedora", amén de la saga histórica que es capaz de desenrollar a lo largo de tantos títulos y según qué cadencias, creo que es un mago hermoso muy apto para la última época que le correspondió vivir, tal vez una de las personas más fuertes para dar a entender que para mover un siglo, recordando a Gertrude Stein que decía que los siglos se niegan y tardan en morir, se requiere de un enorme talento para empezar a empujarlo y es eso lo que el Maestro, en esa trilogía contemporánea que expuso hasta el final deja las señales para ello, para elegir, siquiera, uno de los caminos por los que su genio transitó y dejó por escrito eso que ahora nos asfixia, seamos de derecha o de izquierda, mujeres u hombres, o LGBTIQQA, o lo que sea que hemos de dar, no para el recuerdo, sino para la conjunción de esa estructura, tal vez abono para un bosque, donde finalmente seremos enviados por parte de quienes nos sobrevivan, mientras el mundo se sostiene en un colapso inevitable, agotado, mohíno y abatido

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