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DIARIO DEL FIN DEL MUNDO

Mario Mendoza
Planeta. Bogotá. Abril de 2018. 251 pp

Ayer mi padre estuvo un par de horas en ElDorado. Me entregó pandebonos y un café molido de la Galería Alameda. Yo le pasé un par de mis libros y una gorra que debía entregarle a mi hermano. Hablamos sentados en una banquita. Luego lo acompañé a la salida 89. Mi hermano lo iba a recoger en Palonegro. No hablamos sobre cómo le había ido o cómo había llegado. Tuve que salir del aeropuerto a recoger a mi esposa que estaba en un taller de Artbo sobre edición gráfica. Hablamos mientras conducíamos de regreso a casa. Estaba agotado. Ella quería ir a un concierto de Black Metal por Chapinero. Le dije que lo sentía. Me quedé mumido a las 8: 30

Ahorita que releo "Hojas de hierba", en la edición Galaxia Gutenberg y en la edición Novaro, la edición Novaro la había leído en Tunja, en los amaneceres, antes de ir a clase de siete. Si bien no logro aclarar recuerdos, estoy seguro de que escribí la carta de reconciliación con mi padre en la misma habitación en que me metía a leer a Whitman. Escribí la carta justo antecitos de la muerte de mi madre. Ellos ya estaban separados

Ahorita que releo "Hojas de hierba", decía, me acordaba de los años en que estuve separado de mi padre por guevonadas varias

Hace un par de semanas cuando hablábamos por 'fono y me decía que pensaba viajar, que mi hermano le estaba consiguiendo pasajes baratos, le dije que había que acababa de leer "Diario del fin del mundo", que me había encantado, que era tremenda, que era extremadamente divertida; y entre vaina y vaina, le conté que Mendoza había contado la muerte de su padre, tal cual, al comienzo de "La tribv" -En realidad se llama "Los hombres invisibles" pero de común cariño lo llamo así- y me dijo que lo iría a leer, no me pidió el libro prestado, sabe que no presto los libros de Mendoza, una vez le presté uno a una pelada, no sé por qué creí que iríamos a tener algo, seguramente porque me decía que iríamos a tener algo, pero se lo llevó a su casa en un maletín, nos dimos un beso que no nos gustó a ninguno de los dos y nunca más la volví a ver, ni a seguir en redes; el libro era Buda blues, me asomé a su lanzamiento, en la ggm, pero ese día había un concierto en ese teatro ¿Zapata? ¿Delia Zapata?, estrenaban una obra basada en poemas de Piedad Bonnett, en esa época me alejé de la obra de Mendoza, luego él mismo me dijo que el por entonces decano de economía de Los Andes había destrozado el libro por equis o yé cosas. Era una época tenaz para Mendoza por los ataques de cierto sector de la prensa. Y después vino la crisis del 2008. Y poco después se creó un grupo de jóvenes que se llamaba Buda Blues y decía, yo decía como: jueputa! Mendoza tenía razón

Lo que dije en tüiter es que me tocó ir hasta "Scorpio" para volver a sentir una alegría inocente desde la obra de Mendoza; por supuesto hay muchas cositas que si se hilan van conformando lo que se llama un corpvs, pero el inicio de "Diario" es fantástico, me apresuré a decir que era lo mejor que le había leído, y puede ser cierto, pero lo que no sabía, ¡cómo diablos tendría que saberlo si "El mensaje" se acaba en la 32! es que más pronto que tarde me di cuenta de que entraba, la obra, a esa zona común mendoziana, ¿si se dan cuenta de que hablo de obra mendoziana? ese rasgo de soledad, los recuerdos, después el mapa sexual de Carmen, la historia terrible del judío abducido por la ideología nazi; y así hasta que hace su aparición Molina y la inyección de una intención catártica de bromas y sombra de burlas sin ánimo de ofender, hacen una comunión litúrgica en la obra casi al final de ese túnel bombástico en que se convierte el diario hipereal de Joseph. Por razones que no vienen al caso, El profe desde 99.1 diciendo que era el final más fuerte en obra alguna de Mendoza

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Ha pasado muuuucho tiempo desde que escribí lo anterior y le he perdido todo el hilo y ahora no sé qué más es lo que tenía que decir sobre "Diario"
Vagamente, ...... , la aparición de Molina, ¿eso ya lo habría dicho? Algo que se sabía desde "Masacre", como tantos otros escritores que dan un camino de validación a personajes entrañables, y esos diálogos que establece con el Mendoza personaje sobre una madurez pacata o de alguna forma conservadora que no sino desde una hilaridad se puede entender
¿Pero, jueputa, qué más?

El énfasis en la escritura a mano; la vuelta a las cartas larguísimas; la transitoriedad de todo desde que somos humanos y solemos arrasar o buscar desolar todo lo que esté a nuestro alcance, incluyendo las caricias mismas; ese crudo micromanifiesto para cualquier mortal que se precie de ahondar por los caminos tundrosos de la neblina qués el escribir: la obsesión + el delirio + la fuerza de espíritu + la voluntad + la disciplina a toda costa + la furia + la reciedumbre en el temperamento + la indignación + el coraje + el vigor + el carácter + (y) cierta lucidez a la hora de urdir estrategias de resistencia (los que al final se imponene para que la obra exista)

Hago ahora un paréntesis, porque la relación con Carmen es como cualquier situación cuando uno de repente se ve sometido a un torrente de emociones psicosexuales con alguien y al ir más allá de lo tonto casual, al crear una cierta aura de misticismo, esa capacidad informe de atraer a alguien que resulta siendo parte importante de una vida que igualmente sigue siendo miserable por el hecho de vivirse

Sigo: la desolación, el acercamiento, la gente conocida que uno cree dejar atrás y que de repente llama y necesitan la casa para culminar una tesis de maestría y huyen de su marido; la marginalización; la prostitución por pobreza extrema; el sexo rudo para alimentarse; el abandono del padre -sea por lo que sea y por la muerte misma, obvio-; ¿cuántas novelas colombianas hablan del nazismo?; el gesto tremendo de madurez qués cuando uno se da cuenta de que el yo de uno mismo es distinto como con más fondo y poderes y calmas y capacidades para mochar de tajo al enemigo sin pensárselo dos veces; el desespero de estar vivo; la angustia de seguir vivo; la impotencia ante la vida humana misma; la sordidez de sentirse humano; el desespero de tener que seguir viviendo; el horror, jueputa, sin máscara ni guantes de látex; el triunfo del nazismo desde el capitalismo-lo-que-sea y esa imperturbabilidad ante nuestro propio ocaso natural = los judíos ahora arrasan a los palestinos pero nosotros el resto que callamos silenciados desde cualquier trazo de pantalla ante la debacle Naturaleza; el espanto de tener que sentirse vivo; el asco de ser un vil colombiano: blanquito, racista, clasista, venido a más para creerse más que los demás mugrosos negros pobres mestizos de ralea sin clase y mezcla de guarapo con pan de tienda del barrio Egipto; el cáncer que da a todo el mundo que nace humano; el acercamiento de las tinieblas a toda la raza; el fin de la civilización;  el advenimiento de tiempos sumamente difíciles; si no muere por cosas muere por usted mismo; ¿cómo logran sobrevivir los de las series como Walking Dead y no enloquecer en medio de la pérdida de todas sus familias enteras?

Mendoza así como tuvo certeza de avisar la debacle económica del 2008 vuelve y avisa sobre la crisis mundial del 2018?

Creo que ya: Realmente no sé qué más proponer. Pensé escribir algo sobre el papá, pero no me da la gana hablar sobre semejante desgraciado .....

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Realmente es un gran libro. Mendoza me encanta aún más cuando se larga a escribir por los rieles del ensayo. Y así es. Seguramente sí es un libro que no disfrutaba muchísimo desde "Scorpio city" y que va más allá de esa primera parte de títulos que culmina con "Satanás". Resta esperar, si quedamos vivos, la ringlera de ediciones distintas para poder releerlo con creces y subrayarlo como toca hacer con casi todos los libros del autor bogotano