LA VORÁGINE
José Eustasio Rivera
Planeta. Bogotá. Marzo de 2024. 317 pp
Leí, no sabía por qué no la había comprado en su momento, la novela gráfica inspirada en La Vorágine. Me alegra saber que ya va por la cuarta edición. Me gusta saber ese tipo de hechos. Pero realmente habría sido posible sin la versión dibujada. ?. En ella hay una frase de Antonio Caballero que dice que leer a los 90 años La Vorágine. A los 90 años de editada, Antonio murió a los 76 años de edad. Leerla 90 años después de publicada es la misma vaina. Nada ha cambiado. Mi padre que vuelve a vivir donde nació hace 80 años y se encierra porque no entiende el vasto nivel de violencia que hay en esa zona. ¿Pero quién? Y dice me fui hace 60 años de acá y nada ha cambiado. Parecería una novela. ¿Cómo será escribir hoy una novela de algo que no ha cambiado desde hace 60 años? Es lo que siento cuando leo a ggm. Es esa elegancia de un mundo que ya ha muerto. Podría vestirme elegante y escribir. Podría. No. Y me parece genial lo que hace Óscar y José Luis. Y hay un montón de notas que han tomado para hacer la obra. Notas que he anotado también de mi puño y letra. Y me da risa me gusta esa sensación de coincidencia. De lo que rastrea la lectura de tanta gente en una época. Quizás sean las mismas notas que se toman en los últimas diez décadas. Alguien. Y le dije a mi padre que no podría ser igual porque hay muchas distancias y muchas diferencias. ¿Qué hace que se siga haciendo lo mismo? La naturaleza humana, a lo sumo. Porque de resto. ¿Qué? ¿Hay algo sólido en el vetusto síntoma de creencia mortecina humane? Entonces mi padre admiraba a Caballero. Decía que doscientos de ese man y recomponían al país. ¿En dónde habrá escrito eso Caballero? ¿Por qué La Vorágine sigue tan vigente? En fin. Las notas son las siguientes.
En el patio, desigual y fragoso, se secaban, al sol, bajo el zumbido de los moscones, cueros de reses sacrificadas, y de ellos desprendía un zamuro sanguinolentas tiras
Tenían que cuidar ellos de que los marranos no revolcaran la sepultura, pues ya una vez habían desenterrado un brazo del muerto y se lo tragaron entre horribles gruñidos
Tú eres la catedral de la pesadumbre, donde dioses desconocidos hablan a media voz, en el idioma de los murmullos, prometiendo longevidad a los árboles imponentes, contemporáneos del paraíso, que eran ya decanos cuando las primeras tribus aparecieron y esperan impasibles el hundimiento de los siglos venturos
Tus vegetales forman sobre la tierra la poderosa familia que no se traiciona nunca
Y eres solidaria hasta en el dolor de la hoja que cae
¡Déjame huir, oh, selva, de tus enfermizas penumbras
¡Tú misma pareces un cementerio enorme donde te pudres y resucitas!
Aquel río, sin ondulaciones, sin espumas, era mudo, tétricamente mudo como el presagio, y daba la impresión de un camino oscuro que se moviera hacia el vórtice de la nada
Desde por la tarde habían hecho acopio de mojojoyes, gruesos gusanos de anillos peludos, que viven enroscados en los troncos podridos. Descabezábanlos con los dientes, como el fumados que despunta el cigarro, y sorbían el contenido mantequilloso, refregándose luego la vacía funda del animal en las cabelleras, para lustrarlas
Dijo que los árboles de la selva eran gigantes paralizados y que de noche platicaban y se hacían señas
Siempre condenados a retoñar, a florecer, a gemir, a perpetuar, sin fecundarse, su especie formidable, incomprendida
Debían ocupar barbechos, llanuras y ciudades, hasta borrar de la tierra el rastro del hombre y mecer un solo ramaje en urdimbre cerrada
¡Selva profética, selva enemiga! ¿Cuándo habrá de cumplirse tu predicción?
Y hubo momentos en que los tiros de nuestros fusiles alarmaron las selvas, siempre interminables y agresivas
Y al fenecer, quedó revolando entre la caverna una mariposa de alas azules, inmensa y luminosa como un arcángel, que es la visión final de los que mueren de fiebres en estas zonas
La selva se defiende de sus verdugos, y al fin el hombre resulta vencido
Esta selva sádica y virgen procura al ánimo la alucinación del peligro próximo
El vegetal es un ser sensible cuya psicología desconocemos
Los caucheros que hay en Colombia destruyen anualmente millones de árboles. En los territorios de Venezuela el balatá desapareció. De esta suerte ejercen el fraude contra las generaciones del porvenir
La selva los aniquila, la selva los retiene, la selva los llama para tragárselos
¡Así murió aquel extranjero, aquel invasor, que en los lindes patrios taló las selvas, mató los indios, esclavizó a mis compatriotas!
¡Tengo el presentimiento de que mi senda toca a su fin y, cual sordo zumbido de ramajes en la tormenta, percibo la amenaza de la vorágine!
¿Por qué pasados tantos años en plena Copa América 2024 llaman a Colombia como equipo cafetero?
Deberían llamarlo Equipo petrista porque Petro es quien ilumina el camino como se oía en esa canción de U2 Ultraviolet
Entonces leo sobre la ralentización del núcleo de la Tierra y cómo los científicos tienden a atisbar que cada 70 años hay un cambio en él y así como vira al mismo ritmo que el planeta en la inmensidad incognoscible del cosmos hay veces en que lo hace más rápido más lento como si delirara en su situación anímica y naiden lo entendiera que es lo que pasa porque no hay manera humana de alcanzar a llegar hasta allí
Podría decir que el planeta extinguió a los dinosaurios para que los seres descomunales no se comieran los árboles y pudieran crecer a su antojo
¿Se podría repetir la historia o habrá la posibilidad de sanar esa devastación que se hace en pro de la economía y el libre desangre que igualmente no van a alcanzar a pagar lo que consumimos?
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