MEMORIA DE CHICA
Annie Ernaux
Cabaret Voltaire. Madrid. Octubre de 2022. 197 pp
La historia es morbosa entonces es una muchacha que empieza su vida sexual en un campamento de verano al trabajar como monitora. Fin. Cada man, como dice ella, no dura más de tres minutos. Ya que cada quien diga lo que debe decir. Es la parte de la memoria. De un suceso. ¿Realmente pasó así? ¿Quién es cada persona que hay detrás de la persona que conocemos? ¿Empezando por papá y mamá? Lo interesante es cuando se pone a jugar con el tiempo, desde la memoria del tiempo en el tiempo real. ¿Cómo fue? ¿Qué pasó? Y si se llega a la escritura es porque algo significativo ha de haber ocurrido para que la idea lleve a ocupar casi doscientas páginas de una percepción que busca. ¿Que busca qué? Dejar constancia, mínima al menos, de que se vivió, se ocupó el tiempo, se pasó la vida, se recordó, y se dejó por escrito. Es un acto humano. Quizás en las cuevas había una encarnizada forma de recrear lo que se vivía en los actos de cacería y como todo el mundo podía sostener relaciones sexuales por eso, por ser público, no se dibujaban en las paredes. O quizás se pintaban en una parte más secreta y una diversidad geológica llevó a que la existencia de esa supuestalidad desapareciera para siempre. ¿Por qué hay tanto morbo en el sexo? ¿Cómo es la vida narrada de esas mujeres que follan con cien hombres en una sola sesión y ponen fotos o filman el video, usen o no condón? ¿Cómo son las biografías de los actores porno? La vida es casi como todas las demás porque uno las ve en redes sociales. Hay una época en que es todo sorpresa. Hay una época en que todo es fiesta. Hay una época en que se empieza a asentar cabeza. El suceso que narra Annie es de 1958 y la escritura ocurre cincuenta años después. ¿Fue mi primera vez así de traumática o compungida o atribulada como para arrancar a contarla? Me traumatizó. No quería. No sabía. O sabía que no era con ella. Y la vida tarda en mostrar quién es quien. ¿Nos burlamos de la muchacha de 18 años? ¿Cómo entra a jugar en el rompecabezas de su vasta obra biográfica? ¿No nombra ahí el libro del aborto? ¿Fue ahí? Pero no. Ella habla de una consecuencia psicológica, quizás. ¿Qué momento entonces importante podría quedarse guardado en la mente para pasadas las décadas no tener problema en decir Bueno a escribir? La ausencia de sentido de lo que se vive en el momento en el que se vive es lo que multiplica las posibilidades de escritura. Me gusta la sucinto de esos pocos títulos que he leído de Annie. Y aquí hay una extensión mayor. Y aquí hay una anécdota que queda cubierta por la búsqueda o necesidad o intriga de ser llevada a la escritura. He empezado a hacer de mí un ser literario, alguien que vive las cosas como si un día debieran escribirse. Entonces digo OK, y busco en mis archivos ese cuaderno Ibérica Cardenal rayado de 80 páginas de color azul que compré en paquetes en ese punto estrecho de la décima por 2010 o 2011 y reviso la historia que quise escribir a tres voces de la banda Fractura: La voz mía como el que se inventa a la banda y le escribe las letras; la voz del autor de las letras que a su vez es el cantante del grupo; la voz de una tercera persona que busca una narración lo más lejana y objetiva que cuente aquello que va sucediendo desde un tiempo histórico de la banda como tal. ¿No habré querido, subrepticiamente, desplegar ese momento de mi vida para experimentar los límites de la escritura, llevar hasta el extremo la lucha contra la realidad? ¿Es ese el golpe que queda cuando se piensa en la vida atrasada que ha quedado, real o imaginaria, allá atrapada en un punto al que solo se puede acceder mediante el recuerdo personal? ¿Tiene importancia? Es importante, por supuesto. La luz de ese atardecer gris y oscuro cuando decidí quedarme en casa oyendo el Voodoo lounge y no asistir a una fiesta del semestre donde tenía fijo un par de mujeres con las que iba a ocurrir sí o sí un algo que dejé a un lado por temor u otra experiencia de emoción y que recuerdo con sumo agrado para darle validez a una soledad de la que no me incomoda ni siquiera el nombre y sí el fastidio traicionado de saber que vivo con alguienes. O ese arrepentimiento cuando los años pasan y empiezan a mostrar las facturas y los arrepentimientos llegan disfrazados de enfermedades y las cuentas claras y el chocolate espeso solo se dan desde una modificación absurda o negación o mentirse a sí mismo de todo l oque se vivió o así no se vivió? ¿Cómo estamos presentes en la existencia de los otros, en su memoria, su forma de ser, sus actos incluso? Desproporción insólita entre la influencia en mi vida de dos noches con ese hombre y la nada de mi presencia en la suya. No le envidio, soy yo la que escribo. Y es esa la definición de sobrevivir. Para ello es eso. Para al menos permitirse tener un desescalamiento de toda esa maraña de horrendas situaciones que en una época pasaron y que urge dejar establecidas en un vericueto de la mente para no tener que untarse más de esas personas que por error ocuparon un momentiquitico valioso en la vida de cada quien
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