sábado, 10 de febrero de 2007

“AMANECERÁ Y VEREMOS”

Revista Cultural La mandrágora
Año 2 # 6 Junio de 2006 Popayán
(Issue dedicado a Johann Rodríguez-Bravo (1980-2006))

“Soy un hombre de silencio, quien sepa entender
mi silencio sabe entender mi alegría.”

Algo ya mucho se ha escrito sobre Johann, y nunca parece ser suficiente.

Su espíritu, fuerte, aún parece respirar por sobre nuestras nucas; sus pasos, sus sigilos, sus caminos, sus palabras, han sido sembradas con la exclusiva misión de no ser olvidadas, de representar a unas cuantas generaciones de la verdadera Literatura Colombiana, y de mantener en alto la bandera de la independencia + disciplina que caracteriza el sino (¿trágico? ¿cómico?) de quien se aventure, por estas regiones tropicales y abismales, al oficio de la escritura.

Hay algo divertido en estos tiempos que corren: la seriedad parece ser una masa tumorosa que será mejor extirpar en cuánto se pueda.

Tal vez el peso colmado de tanta violencia hace que se deba, como persona, aligerar el equipaje del espíritu para no caer bajo los abrumadores tentáculos de la locura, obstáculo insalvable dónde lo haya.

Es por eso que palabras como profundidad, exigencia, agotamiento, son indicadoras del peligro que acecha, que abre las puertas a un mundo misterioso que sería mejor no explorar, por carecer de mapas que conduzcan a la aventura invisible que espera tras la hoja en blanco.

Pero guiños extraños, móviles, duendiles que tiene el destino, hace que un grupo de jóvenes víctimas de la ciudad de Popayán, emprendan un proyecto cultural representado en una revista, que implique el reconocimiento a la narrativa, categoría menor frente a la Historia que presenta (casi) como único fruto de las ramas blancas y cultas de la ciudad colonial, a la Poesía, con P mayúscula, reverencia, cierto grado de alicoramiento, muy bien vestida y, con cierta presencia indestructible con el gobierno de turno.

Así que la locura se apodera de la mente de aquellos jóvenes estudiantes, curiosos, imberbes, ¿vírgenes?, y dentro de esa camada lúdica, surgió la figura sorpresiva de Johann.

Estudiante de Economía en alguna universidad caleña, tras encontrarse tumbado, muy pronto, en el ring de la creación poética, y tras un curioso y paranormal suceso en su primera habitación estudiantil caleña, se dedicaría a la construcción de un mundo literario personal, alimentado por la simbiótica relación de amor y odio que mantenía con Popayán, el afán de devorar absolutamente la mayor cantidad de palabras que se cruzaran en su camino, la salsa, una no tendencia al anonimato, la velocidad de las cosas, y la férrea e inapelable decisión de convertirse a la Escritura, como si de una religión libre, secreta, celosa y, en algunos parajes, sangrienta, se tratara (¿Y acaso no lo es?).

Su afán por llegar a un buen puerto con una obra sólida entre sus manos, mezclado con la sabiduría interna que todo ser humano confiable, laberíntico, lumínico y vital posee, con respecto al día de su muerte (tal es mi teoría), lo llevaron a sumirse en algunos de los más prometedores proyectos personales que alguien de las más recientes generaciones hubiese cumplido.

Así que no sólo de La Mandrágora vivió Johann, invitando a firmas como la Villoro o la Vila-Matas a entregar textos exclusivos para aquella aventura real de pequeño tiraje gratuito. Johann habitó los mundos Número, Elmalpensante, Milmamuts, Mefisto, Piedepágina y Librusa, entre otras. Logró dos novelas (una de ellas publicada) y tres libros de cuentos (el primero titulado “Aquella vida de mago y otros cuentos”). Permanecer a la cabeza de una diversidad de charlas literarias. Y conocer a la mayoría de escritores de Raza al mismo tiempo que era reconocido como uno de los suyos.

Por eso sus compañeros de misión estilística payanesa le han hecho un homenaje muy apropiado para la figura (¿emblemática?) de Rodríguez-Bravo.

Varona, Muñoz, Enríquez, Joaquí, Vásquez y López, congregan a amigos, fans, curiosos y familiares a entregar la visión personal y equilibrada de Johann, logrando un número seis digno de ubicar en el anaquel de ediciones incunables.

Algo ya mucho se ha hablado sobre este joven escritor, promesa de las letras nacionales, pero nunca será suficiente. Menos, cuando su figura es un roce eterno con el Culto. Aunque tan alejado de las sombras vitales que hacen que una figura se torne inmortal.

No me resta más que invitarlos a que hurguen en los anaqueles de las librerías y de algunas selectas bibliotecas departamentales, para que den con el que, puede ser, la figura a recordar por muchos años como digno representante de una generación que ha cedido sus derechos (¿tuvo otra opción?) a las almas en pena estáticas del comercio y a los chacales frenéticos de un mundillo (editorial) encargado de avizorar espejismos inventados en el lugar en que predominarían estrellas verdaderas que señalen el camino.

Pero…estamos en otros (ajenos) tiempos, mis amigos………………………………………



No hay comentarios: