sábado, 7 de abril de 2007

DESTILANDO LAS PALABRAS QUE ESTÁN DENTRO DE MÍ


LICANTROPÍA

Ricardo Abdahllah

(Sic) Editores. Bucaramanga. Agosto de 2002. 52 pp.

I. THE HORROR PASSES THROUGH OUR EYES

¿Una de las causas que dieron origen a la cultura gótica, es el miedo a lo desconocido?

Un estudio, adelantado por un respetado médico chileno, concluyó que la raza del país austral es la gótica-araucana: la unión de la línea genética española mezclada con la sangre nativa brava, feroz y activa.

¿De qué raza serán los seguidores de la cultura gótica?

La respuesta, aclaro, no la busco desde el color de piel, de ojos, de cabello o de cualquier otro carácter externo. La respuesta, lo digo, la busco en el mapa mental y espiritual seguido por alguno de estos exponentes para llegar hasta su centro; ese centro que todo lo que toca, como si de un agujero negro se tratara, lo oscurece.

Y, lo repito, no sé si es el miedo a lo desconocido lo que alimenta una parte de la invención de tal cultura, lo real, sin embargo, prevalece con fuerza, con ciertas realidades desvirtuadas de la razón pura, pero realidades al fin y al cabo.

¿Cuál será la historia oculta del gótico colombiano? Y si hay alguna, ¿cuál será el calificativo que le pondrán, cuando el médico termine de hacer su investigación?

Ricardo Abdahllah nació en Ibagué en 1978, pero seguir su rastro es difícil: ciudades intermedias colombianas, capitales tercermundistas, ciudades luz, caminos del hemisferio norte, regiones presaharianas…Lo único claro, aparte de que jamás ejerció la carrera que estudio, ingeniería eléctrica, es que escribe. Y toma fotos. Y le gusta el rock. Pero por el momento, vamos a dedicarnos, un poco, a ese primer punto: el que señala que escribe.

¿Qué lleva a una persona a sumergirse en el tórrido mundo de las letras?

La respuesta puede ser corta o larga, o quizás fácil o difícil, y no pretendo medírmele a desarrollar una solución en este momento. No, porque lo que nos ocupa es algo más, otra cosa, una novela corta y negra, una nouvelle bumanguesa.

Johann Rodríguez-Bravo, en algún bar de Popayán, tras celebrar un pacto de composición, desechaba su primera novela escrita. Su compañero de convenio le preguntaba por qué lo hacía. La razón era que quería ser recordado como Escritor, así que debía cuidarse de las obras malas, primerizas, fronterizas o fallidas que lograra, antes de presentar el ejemplo definitivo.

Abdahllah, por lo visto, no siguió el consejo del payanés.

Y lo digo no porque “Licantropía” sea una obra primeriza, experimental, limítrofe y rápida.

Lo digo, planteándolo, porque se me viene un par de preguntas a la cabeza en este momento, pero antes, debo advertir que estas sirven solamente cuando estamos frente a un autor de culto.

¿Y Abdahllah es uno de ellos?

No. O mejor, aún no.

En fin.

Uno) ¿Vale la pena conocer esa primera –y desechada por el autor- novela de Rodríguez-Bravo?

vs

Uno) ¿Valía la pena conocer esa primera novela de Abdahllah?

y

Dos) ¿No sería gratificante conocerlo todo de un autor de culto? ¿No es esa una de las razones por las que un autor se convierte en De Culto?

Pero siento que me estoy alejando del tema central que pretendo llevar a cabo, por culpa, vaya, de un escritor cuyo legado ha golpeado con tal fuerza mis cimientos, que entra, subrepticiamente cual fantasma, a la mayoría de escritos que trato de realizar sobre otros autores, desafortunadamente, menores que él.

Sospecho que no debo sentirme culpable. La crítica se basa en la comparación. Y basado en esa acción, emprenderé a hacer la primera asociación: “Licantropía” se parece a las letras del álbum “Gothic” (Vile, 1991) de Paradise Lost.

El protagonista de las novelas negras es un desadaptado, excluido y tildado de antihéroe que, generalmente, la ve cruda en el momento de enfrentarse al vasto mundo.

Francisco Chandler, el nombre signado por el autor para encabezar los créditos internos de su obra, no es la excepción.

La canción “Gothic”, por ejemplo, anuncia la noticia: “en el presente el horror vive”, magnífica forma de avisar la serie de asesinatos cometidos por un ser estrafalario, que estremece a la Ciudad Bonita.

Pero como novela negra que se respete tiene que aguardar algunos párrafos para la desazón amorosa, es “Dead Emotion” la encargada de presagiar el mal: “el dolor está cerca del corazón”, siendo “Eternal” la que une ambas líneas a tratar a lo largo de la novela: “ahora la esperanza y la gloria mueren”.

En algún punto del relato, cuando Natalia Hetfield en un bar confiesa que odia el ska, imaginé que era la premisa que llevó al ibaguereño a construir esta cortísima obra.

Una excusa, también, para presentar a sus bandas favoritas como una suerte de Banda Sonora interna: Type O Negative, Nine Inch Nails, Danzig, Tiamat, Moonspell, que cercana al diálogo sostenido con Natalia sobre Elizabeth Bathory y Vlad Tapes, muestra, por los lugares comunes, que Abdahllah apenas empieza a cocinar su estilo personal, utilizando lo que lo alimenta en ese presente de sueños, delirios, ataques, presagios y maledicencias.

La novela es el resultado editorial que el mismo Abdahllah presenta, al hallar el diario que Francisco Chandler tuvo la precisa ocurrencia de llevar en el momento en que ocurrieron los hechos, pretendiendo lograr una crónica publicable en algún medio de comunicación escrito. Diario, a su vez, hallado por un “periodista bibliófilo”, Tomás Cabo, cuando hurgaba dentro de la voluminosa biblioteca de un anciano fallecido, y los anexos a dicho documento, por parte de alguien que firmaba O. G. Ávila, muchos años después de ocurridos los hechos, y cuando aún se comentan entre los bumangueses.

El escenario son los alrededores de la UIS. La época es incierta. Los personajes son jóvenes ardientes que deben saciar sus lánguidos espíritus con grados sumos de alcohol, sexo, desenfreno y nocturnidad. El estado del tiempo: protestas estudiantiles. El primer muerto: Israel Hernández, vigilante de restaurante de la carrera 27. Los sospechosos: Dani Cobain, Alejandra D’Merak, Alexander Humberto, Natalia Hetfield, Miguel Castro. Un motivo: “Las historias (..) sobre vampiros me parecen tremendamente interesantes desde el punto de vista literario.” La señal: “huellas de garras y dientes en el cadáver.”

II. Y LA LUZ ALUMBRANDO TAN POCO:

Siguiendo con los lugares comunes, Metallica, en “Of Wolf And Man” dice: “Cazo/más allá de lo que soy/cosecho la tierra/tomando a los corderos caídos.”

Las reflexiones finales del cada vez más dubitativo Chandler, se convierten en la puerta de entrada e invitación, a seguir un camino d misantropía. Apropiado, sospecho, para que Abdahllah nos deleite con su conocimiento en torno al nuevo black metal noruego, basándose, por ejemplo, en el “Puritanical Euphoric Misanthropia”, de Dimmu Borgir. Pero me estoy adelantando a un tiempo que, cinco años después de la aparición de esta edición, aún sigue contando para dar a luz, una nueva obra de largo aliento.

No es el perdón que se le debe conceder a quien fuera el hombre lobo. “Cuando(..) se encuentra en su estado licantrópico, su instinto salvaje opaca casi absolutamente su raciocinio humano”, dice, explicando con cierta certeza. “Los hombres (..) se comportan como lobos diariamente y nadie hace nada al respecto.” Dani Cobain le recomienda no comentar sus sospechas para que no se termine linchando a un inocente. Pero lo hacen: perros callejeros, zorros y un pequeño lobo.

Tal vez lo misantrópico se deba a un estado transitorio promovido por el ambiente que rodea la vida del autor en ese momento.

“Buscad el lobo en vosotros mismos”, parece ser el mensaje que da a la humanidad esta obra, para concluir con el famoso: “Y los hombres fueron lobos para los hombres.”

Una señal de la realidad que nos rige como nefastos seres humanos sin ninguna posibilidad de escapatoria posible.

Al fondo, palpita la ciudad de Bucaramanga, “Bucarametal, le dicen los que le tienen fe”, “la ciudad de los parques vueltos mierda.”

El autor hace un recorrido somero por un sector tímido de la ciudad, y culmina maldiciéndola. No quiere volver a pisar su suelo enfermo. Quiere vengarse de la ignorancia de quienes la habitan. Pero ellos, los habitantes, ¿entenderán que se refieren a ellos como protagonistas de una historia real, cuyas líneas a seguir están trazadas por vidas que carecen de un significado real, y sólo se someten a los rigores malditos de la rutina, la moda y la desesperanza?

Abdahllah, en este caso, alimentado con toneladas de Metal directo, sabe desplegar su recomendación, y eso, no más, es lo que lo salva del desprestigio.

Ahí va, adelantándose, paso a paso, a su propia imagen y semejanza.


3 comentarios:

Horgen M'Intosh dijo...

Publicado originalmente el "El Cotidiano", en la columna "Lector Ritual"
Una versión más nutrida de este artículo, apareció en el suplemento dominical de "El Cotidiano", "Pérfido Lector"

Julio Piñeres Mongua dijo...

hola encontrés esto de Ricardo Abdahllah, no es muy bueno pero creo que te serviría

http://www.siceditorial.com/obra.asp?codigo=365

ricardoabdahllah dijo...

Hombre gracias por el tiempo de lectura que le dedicó al libro, comparto en gran medida su análisis. Si puede contácteme a r_abdahllah@hotmail.com