FANÁTICO ESCARLATA No. 02-Edición viajera
VV.AA.
Hecho en la República del Valle. Industria Editorial Independiente. Septiembre-Octubre de 2005. 48 pp.
Un fanzine, eso es de lo que trata Fanático Escarlata: el fanzine de los fanáticos futboleros locos por el América, cuya segundo número, subtitulado “Edición viajera”, narra algunos de los hechos provocados por sus hinchas a lo largo del continente sudamericano.
No veo porqué he de explicar a los lectores de este espacio lo que significa un fanzine, más bien se les debe explicar lo que implica recorrer el camino para llegar a producir un fanzine, lo verdaderamente importante e insurgente, radica en esos pasos que, muchas veces, se han dado desde el momento previo a la concepción del individuo; es sabido de muchos que los padres inculcan los colores atmosféricos que deben llevar sus hijos una vez tengan uso de razón, por lo que no quiero ponerme a pensar en los nefastos resultados de una ingeniería genética ligada con ciertas terribles levedades sociales.
Y aunque dentro del fanzine no dan muchas explicaciones en torno al comienzo de sus amores hacia el cuadro sanguíneo -claro, se trata del número dos-, sería interesante saber cómo fueron sus inicios.
Comandado, el fanzine, por el incombusticable Harold Pardey (a quien ya tuvimos como invitado en uno de nuestros programas anteriores), la realidad se refleja en la aparente lucha contra las jerarquías que, comúnmente, acompañan a esta clase de grupos, sencillamente porque, aparte de ser el jefe de redacción (sin título), es quién mejor se desempeña en la batalla cuerpo a cuerpo con las ariscas y muchas veces indomesticables palabras.
La invitación a acceder a la publicación no puede ser menos precavida: “Esta publicación puede contener giros inesperados & curvas peligrosas/esto puede causar mareos y falta de oxígeno/leer con inhalador o tomar mareol en el peor de los casos/ajustar cinturones/buen viaje////” a lo que sólo tengo que denunciar que las curvas peligrosas o los giros inesperados, más que causar mareos o leves molestias de índole física, producen una (in)cierta rabia al quedar, como lectores, doblegados frente a un camino que luce, a todas luces, incompleto.
“El papel usado: Bond 90 gr.
El tiraje: 500 ediciones
Lo malo de este fanzine: que sale cada vez que puede”, y aún así, anunciaban su tercer ejemplar experimentando el recorrido por sobre las pieles de aquellos hinchas que se han decidido tatuar la marca de su equipo de fútbol. (Dicho número ya está en la calle).
Sospecho que tendré, ya, que empezar a dar algunas respuestas:
“esta edición viajera nos muestra un fanático por el rojo que sin importar la distancia ni los medios/lleva un pedazo de Pascual a otras latitudes.”
¿Cuántos hinchas de un equipo pueden decir lo mismo?
Otra valiente muestra:
“…pero sobre todo conocemos la ruta: La Mecha es el camino”
Son ojos que sólo velan para el equipo rojo de la capital del departamento del Valle del Cauca.
¿Dudas?, son inconfesables:
van a Perú, atraviesan Chile, llegan de sorpresa a Paraguay, se sienten como en casa en Argentina.
No importa el fin, mucho menos los medios: la llamada parte desde una parte profunda de las vísceras y no hay forma de acallarla, excepto con poner al cuerpo en movimiento.
Los fanáticos que se involucran en esta aventura son escasos, se llaman a sí mismos los elegidos, los iniciados, los seres que cobijan dentro de sus corazones la pasión y el heroísmo…
Escrito no para ser catalogado como crónica, muchos de ellos tuvieron que recurrir a la memoria y a la sensación fuertísima que aún les recorre la piel para escribir esto que leemos.
Un documento valiente y valioso, agradable y curioso.
Pertinaz para estos días en los que lo obsoleto parece lo íntimo en su capítulo confesiones no morbosas.
“Pero lo más importante es recalcar e infundar que para plasmar una idea los medios pueden ser infinitos.”
“100% transpiración”
Dormir en la calle frente a los hoteles cinco estrellas que alojan a su equipo del alma.
Bañarse cada vez que se puede, incluyendo un jardín de la alta sociedad limeña.
El amor que ellos expresan no es “frívolo ni mercenario”, “cada expedición los lleva hacia dos universos opuestos”, el espacial –Latinoamérica unida una sola Raza Furia- y el espiritual –el encuentro piel a piel consigo mismo-.
El final del viaje no existe: es infinito, puesto que apenas termina uno, empieza el siguiente; claro, siempre y cuando el equipo haga lo necesario para participar en torneos que impliquen la salida del país; o en su defecto, el periplo nacional que ya, frente a los recorridos de 130 horas, parecen una cruzada de calle, sencilla y recurrente.
Después de los recuerdos, los consejos, las tristezas, dolores y alegrías, me queda una nostalgia: no haber leído la totalidad de algunas de las crónicas, y no me queda más que aprovechar este espacio para recomendar, cuando sea conveniente, la aparición de la recopilación de contribuciones subterráneas de (a.k.a.) El Zudaca, en un mar de publicaciones irregulares de fanáticos de diversas tendencias, pelambres y colores.
Ya, en alguna ocasión, editaron “La Ciudad De Los Fanáticos”, un libro que reunía un estudio universitario sobre las barras bravas del América de Cali y del Deportivo Cali.
Pero los gestos periodísticos y las largas cadenas adnínicas que Pardey Becerra le imprime a sus columnas, son tan adictivas, como lo puede ser cualquier otra sustancia para cualquier otro tipo de gente que no tiene nada que ver con lo expuesto acá.
Valga mencionar aparte, la presentación informal pero creativa del Fanzine, y el grupo de fotos que acompaña a cada una de las colaboraciones.
Estar frente a un Magazine de Fanático no deja de causarme una sensación ligada a la transparencia, a la inocencia, a la pulcritud de pensamiento, a la no venta de ideales por unos granos de maíz de más, a la suerte de contar con un camino propio que se ha labrado desde el propio cuarto de la casa, allí a dónde las sombras entran sin permiso y la batalla de luz se libra con el corazón en la mano, y muchas veces con las dudas agotando las dosis de paciencia necesarias para llegar a la orilla del día siguiente.
¿El fútbol como refugio?
¿El mundo como cancha de fútbol?
¿El balón como mapa genético de éstos chicos?
¿”Buscando a América en América”?
¿”Anillos yonquis del planeta fútbol”?
¿Miedo a un Planeta Fútbol?
¿Hincha toda la vida?
¿Perdóname por mi color de sangre?, aunque para esta ocasión luzca innecesaria esta frase.
¿Deporte extremo o deporte lateral extremo el ser fanático escarlata?
¿El recorrido como un cóctel adrenalínico puro?
¿La pasión como una droga intravenosa?
Como cada vez que pretendo entrar a unos territorios que me son desconocidos parcialmente, mi capacidad de entendimiento se confunde con la curiosidad y son más las millones de preguntas que se formulan en mi cabeza, campo fértil –eso sí-, y pocas las salidas a ellas que puedo brindar desde aquí.
Y no prometo soluciones tempranas, sino con el tiempo, y eso, quizás jamás se den.
Así que no me queda más que recomendar que se hundan entre los maravillosos y oscuros, pero siempre poblados, agradables, cómodos y sónicos, pasadizos laberínticos del corrillo underground de su ciudad de turno, y apunten hacia la mesa dónde se exponen estas pequeñas y sencillas criaturas hechas con el desafío que sólo el amor puede provocar.
Y léanlos, y no se arrepentirán de cambiar su mapa genético después de probar algo tan puro, algo tan bello…
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