sábado, 4 de agosto de 2007

GEOGRAFÍA INVISIBLE: UN RECORRIDO ESQUIZOFÓNICO

A VUELO DE MURCIÉLAGO. EL SONIDO, NUEVA MATERIALIDAD

CARLOS MAURICIO BEJARANO CALVO

Colección Sin Condición. Bogotá. Febrero de 2006. 111 pp.

Muchas veces he traído a colación un viejo chiste que se usaba en las clases de Biomecánica, creado, como no, por el Doctor José Acero, líder indiscutible e indestronable de dicha materia, en la que, dentro del capítulo de la marcha, nos ponía el ejemplo de cómo una personita que empieza a caminar, lo hace sin atender los preceptos teóricos que dicha ciencia provee. El chiste consistía en ese “cómo sería sí” para responder al desarrollo natural de cualquier individuo en sanas capacidades de hacerlo, se exigiera un documento que acreditara el suficiente conocimiento académico para efectuarlo, eso sí, de forma libre y total.

Traigo a colación el recuerdo, porque se me vino a la mente después de leer este interesante libro del Maestro Bejarano, resumiéndolo con una pregunta: ¿A quién, en sus cabales proporciones, se le ocurriría hacer un examen histórico sobre la música electrónica, al momento de entrar a un Rave? Bueno, podría ser una manera de filtrar al público en un evento de participación mínima y/o limitada; ¿pero a cuenta de qué?, históricamente hablando, por supuesto.

En un reciente ciclo de conferencias, Ricardo Cubides, a lo largo y ancho de las Bibliotecas Públicas bogotanas, presentó la Historia de la música electrónica en la capital de la república. Cubides, DJ reconocido desde las postrimerías de la resistencia cultural colombiana, ha llevado a cabo desde hace muchos años, siglo XX, Colectivo Mutaxion, una labor destacable, extrayendo a la música electrónica del contexto elitista en el que muchas veces se presenta, para acercarlo a la gente del común, a los barrios marginales y periféricos y, por supuesto, a los habitantes medios de una gran ciudad, interesados en oír los sonidos digitales sin tener que preocuparse por el alto costo de las entradas, ya que la gran mayoría de eventos patrocinados por este joven son de carácter gratuito o con un bajísimo valor del ingreso; siendo, desde hace cuatro años, uno de los incitadores a la Revolución de conciencias desde ese Festival que cada vez cobra una mayor trascendencia llamado Bogotrax, ahora en estos tiempos, bajo el nombre de Colectivo Ultrabass.

Por otra parte, entrando en quien protagoniza este issue, el Maestro Bejarano Calvo, es una de las figuras más reconocidas dentro de la labor, llevada a cabo con una sútil y fervorosa fuerza (interna) dentro de la creación electroacústica. Fundador de “Murciélago”, un Museo Sonoro “dedicado a la investigación, colección, conservación, creación y diseño de objetos y paisajes sonoros” , desde donde parte con una serie de ideas diseminadas a lo largo de charlas y conferencias, muestras sónicas y conciertos, siendo una de ellas, histórica, por demás, dentro del marco del Festival Bogotrax-Laboratorio Urbano, donde conocí este apetitoso ejemplar.

“Divertido”, lo llamó él en aquella ocasión, y sin querer ofender, la definición que el Maestro le da a esa palabra difiere en una buena parte de aquella a la que el común de las personas, quizás las que no componemos ni construimos música, acostumbra a otorgar.

La premisa de la que parte Bejarano Calvo es muy sencilla, en apariencia: ¿es material o etéreo el sonido?

A partir de ese instante, y empezando con un recorrido histórico que nos lleva hasta la Grecia antigua y el Egipto clásico (Cabezas parlantes), nos deja, en un final in crescendo, en la puesta material y palpable de la ejercitación creativa a través de una multitud de máquinas –diría orgánicas- encargadas de traducir esos sentimientos mediante géneros tales como la música electrónica (nacida en 1951 en Radio Colonia, “con la creación del estudio de música electrónica, bajo la iniciativa de Herbert Eimert y sus colaboradores Werner Meyer-Eppler y Robert Bayer; basando su concepción exclusivamente en las posibilidades de los sonidos generados electrónicamente y que luego necesariamente eran grabados sobre cinta magnetofónica”, la música concreta: “música hecha a partir de sonidos registrados, una música cuyo principio esencial es la sono-fijación y en ella se compone directa y materialmente, concretamente, sin pasar por notaciones gramaticales, al nivel del sonido mismo sin importar el origen del material sonoro, sea instrumental, objetual o ambiental”, la música acusmática “heredera histórica de la música concreta(..)es una música de sonidos fijados y de imágenes sonoras proyectadas”y música electroacústica “que extendió las posibilidades sonoras propuestas por la música instrumental, diversificando sus lenguajes y sus potenciales estéticos de manera dramática”, entre otras.

Bejarano, autor de una novedosa serie de trabajos propios, en aquella ocasión, dentro del Festival Electrónico, presentó únicamente su faceta de conferencista, siendo en otros espacios, como el Ciclo Colón Electrónico, donde se expone, vía D.A.T., al público melómano, escucha, curioso o sencillamente, académico e investigador.

Visitante de una impresionante lista de Universidades, Festivales y afines de Latinoamérica, Norteamérica y Europa, sería un aporte divertido, significativo y diferente, en un espacio en el que alterne junto o con un DJ clasificado de la manera clásica en que lo concebimos hoy en día.

Quizás, entonces, sería posible o inútil, depende del contexto, la pregunta histórica a la entrada del evento, en medio de un clima de transpiración, emoción, bulla e infinito, donde los sonidos ancestrales del tecno, el drum and bass, el hardtech o el minimal, se mezclaran con Live Acts colombianos que llevan (algunos) mucho tiempo a la espera de ser recepcionados por un público ávido y curioso por alimentar sus oídos de nuevos sonidos, ahora sí –tras la lectura de este libro- “sintéticos, abstractos, tangibles, objetuales y sólidos”, tras de lo cual, testigos de esa ansiada cópula, nuestra piel llevará la señal de que lo vivimos, lo cual no traduce más que una nueva conexión sináptica que, con los años, será capaz de albergar nuevas uniones, tanto temporales como frenéticamente permanentes, que nos llevará a atender, desde el precipicio de esta música, el verdadero ambiente que se esconde detrás de cada pinchazo, coagulo, fragmentación o espectáculo, entendiendo, por fin, ese invisible mensaje que desde tantos años atrás nos busca para llamar nuestra atención, y que no dice nada más que “Dios es un DJ”, claro, siempre y cuando sepamos que Dios habló y actúo a través de las manos, las mentes y los ojos de una serie de ejemplarizantes individuos, todos científicos futuristas, que, sin saber muy bien lo que hacían, fueron capaces de cazar y detener en un aparato ese sensible elemento denominado sonido (a.k.a.) ruido, dejando unos huevos incubados para que algunos años más tarde, casi todo el mundo tuviera la oportunidad de, al menos por una sesión, ser Dios frente a un Tornamesas y crear, gracias al método que sostiene a la música, un signo bello de nuestros tiempos.

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