sábado, 19 de julio de 2008

DEAMBULANDO POR LA ORILLA OSCURA O CRÓNICAS DESDE EL MARAVILLOSO MUNDO DE LA NO FICCIÓN

apuntes autistas

Alberto Fuguet

Epicentro/Aguilar. Santiago. Enero de 2007. 381 pp.

Es curioso, pero el autor intelectual de McOndo se crackió.

Sucedió en el momento en que la revista Newsweek lo puso en portada en 2002.

No, mentiras, fue mucho antes.

Pero entonces ninguno de nosotros lo sabía.

Habría que intuirlo.

Leerlo con lupa.

Seguirle la pista al chileno.

Alguna vez leí que, entonces, tomó el auto del parqueadero subterráneo y al sacarlo, furioso, lo destrozó a los lados.

La puta revista le había jodido la vida.

Creyó que nunca jamás de los jamases iría a volver a escribir.

Y tal como le sucedió tras ver “El joven manos de tijera”, un nuevo camino tendría que tomar.

Y lo hizo.

Hasta cambió de agente literario.

Y éste le hizo la pregunta: “Alberto, ¿qué quieres?”.

Y Alberto se lo tuvo que pensar de muy profunda manera, porque era una pregunta muy Gertrudesteiniana.

La pregunta no se respondería de ninguna otra manera ni en ningún otro lugar.

Era aquí y ahora.

Y dijo: “Quiero filmar”, y desde ahí, todo fluyó en la vida del chileno.

Vino, pues, “Se arrienda”, lo que implicaría un descubrimiento atroz: no era ni escritor ni filmador, era narrador.

Cuando se hacen esas clases de descubrimientos, los llaman, algunos pocos creyentes, epifanías.

Los optimistas, por ejemplo, no tienen problemas en la aceptación.

Los pesimistas, al contrario, comienzan otra lucha.

Fuguet, en este sentido, es de los primeros.

Bien para él.

Bien por él.

(La transición entre el escritor y el director se puede hallar en “Las películas de mi vida” y “Cortos”)

“apuntes autistas” viene a ser la vuelta del escritor.

La/su naturaleza.

“Raro: de tanto no querer escribir, ahora capto que sí tengo que hacerlo”.

Esa intimidad que surge desde el hondo precipicio emocional que nos construye a pedazos.

Suerte de diarios, anotaciones, posts, peticiones, colaboraciones, favores.

Lo que me lleva a recordar su “Primera parte”.

Con la estática diferencia de que no todo esto esta dirigido por el periodista.

Ex periodista, diríamos hoy.

Pero como dicen por ahí, por más lluvia que caiga, el alma se mantiene seca.

Y Fuguet sigue siendo el mismo niño consentido y mimado de siempre.

Lo que no quiere decir que oculte las arrugas y que parte de esa experiencia vital se empiece a colar en el entrelineado.

Bien para él.

Bien para nosotros.

(Viajar, mirar, leer, narrar…los cuatro pilares expositivos de la Obra fuguetiana)

“apuntes autistas” merece, por momentos, una segunda lectura.

Quien quita que hasta una relectura.

En alguna página habla de la lucha entre la ficción y la no ficción.

Y expresa como ésta última termina por dominar a la primera, a la que todos pondrían como favorita natural.

Ese conocimiento interno, esa aceptación personal total da para mucho, entre ello, el decidirse a por la no ficción.

Claro, embutirse los comentarios de un postadolescente a veces causa serios problemas.

Pero cuando empieza a contar lo que narra, algo sucede en el libro.

No pretende demostrar, o comentar, o contraexiliarse.

Se conforma con ser.

Y eso que es, convierte todo en una gratificación.

“Mi apuesta es que el arte es curativo”, dice.

Y se lleva algunos royalitos de más.

Ha llegado a sentarse a otro lado de la mesa donde responde las preguntas que alguna vez le hicieron cuando no tenía la capacidad atmosférica de responderlas.

De la estrechez del cansancio sólo queda el anhelo de vivir lo que ahora se le presenta.

No ficción, al fin & al cabo.

Desnudez y compromiso total.

Bien para él.

Bien por la continuación de él.

(“En medio de tanto ajetreo, necesitaba volver a mi ser autista”)

(Remezclando una de sus frases de la nota introductoria, diría que fue nuestro salvavidas para mantener algo parecido a la sanidad después de las dos o tres obritas que casi hacen colapsar la infraestructura) (Es decir, esa particular relación que se va produciendo entre un lector anónimo que alguna vez lo asustó para pedirle una puta firma en algún libro y que derivó en una informal charla apasionada sobre un amor musical común y un escritor, anónimo sólo en la FNAC) (Postadolescentes, ambos) (Madurando, ambos) (Fanáticos, ambos) (El día en que no me encuentre con algún libro del chileno a precio reducidísimo comprenderé que lo nuestro terminó definitivamente) (Eso me pasa por no hacerle caso a la Yourcenar y dejarles espacio suficiente a los autores contemporáneos) (Pero ese riesgo que se siente al asomarse a algunas orillas es tan gratificante, que sirve más para el gozo poderoso que el promovido por la misma lectura) (Y así, finalmente, los castillos de arena se funden en el mar, eventualmente)

1 comentario:

Horgen M'Intosh dijo...

Publicado originalmente en "El Cotidiano", en la columna "Lector Ritual"