jueves, 21 de octubre de 2010

TEATRO DE SOMBRAS, EL SUYO, EL NUESTRO

LAS CONTADAS PALABRAS

Óscar Hernández

Universidad Externado de Colombia/Colección Un Libro Por Centavos. Bogotá. Octubre de 2010. 71 pp

Hablaba el otro día con Paola, y me preguntaba, en alguna parte de la extensa y dinámica charla por el “futuro inmediato, poéticamente hablando, de nuestro país”.

La respuesta, o salida, más fácil es decir que llegará alguien, aparecerá uno o una que traerá noticias desde ese majestuoso y fatídico Olimpo y dejará boquiabierto al mundo entero.

Y es raro decir eso, ahora que lo pienso, porque tras la salida de poetas de la categoría de Cadavid, Cote y sobre todo Estrada Zapata, presente firme y seguro, pensar en el futuro se me hace innecesario y hasta de mal gusto.

Saber, por otra parte que había una conspiración para sacar de taquito a de Greiff, no es otra cosa que la confirmación genética de esa raza que somos.

Así que si Jaramillo, Jaramillo, Arbeláez, Roca y demás están ya fallecidos, aunque se desgasten lavando sus trapitos con los premios nacionales aquí y acullá, ¿importa seguir en la pelea?

Es decir, Silva está más vivo ahora en 2010 que en 1996 cuando cumplió sus primeros cien años.

Entender la poesía colombiana de este comienzo del XXI es sencillamente imposible sin la participación de Charry Lara y de Arturo.

Y de Greiff, cada vez más conocido como melómano y dipsómano –y será así mientras no se le haga la plena justicia- que como poeta, sigue ahí pendiente de cada uno de los pasos que demos.

Por eso conocer a un poeta nacido en 1925 en Medellín, cuyo poemario fue publicado por primera vez en 1958, no es sorpresa. Siempre y cuando tenga algo para decir.

..

Hablando de futuro, Paola nombraba la colección de la Externado, “Un libro por centavos”, lo que deja en claro una cosa: a pesar de la férrea lucha desde la potencia mundial de la narrativa por erradicarla, Colombia sigue siendo un país de poetas. Y aclaro, de poquísimos poetas y no de esas listas centenaristas que pululan por doquier, que crean bulto y que estorban.

Le sumé, por acto reflejo, la de editorial Norma de los años 90, y ahora la de la UN, la de la UV, la de Caza de Poesía y algunas otras que quizás ya no recuerdo muy bien por la emoción de aquél momento.

Hernández me hizo tejer un par de puntadas con ese bogotano de marras (y de la décima) apellidado Suescún, y de esa tolimense agria y nefasta que agua la fiesta de apellido Sánchez.

Porque si bien los poemas que cierran el libro no están a la altura de con lo que se inicia, el eco de sombras que exhiben al comienzo del recorrido, y sin llegar a alterar la conciencia, son capaces de fundirse en un mar o manto de realidad que persigue incluso en los sueños como fantasmas de atrocidades cometidas desde la conquista.

“nosotros no entendemos más que cuatro palabras,

la última es arroz.

Hay que escribir para los hombres,

para el ladrón y para el santo”

canta en “Las contadas palabras”.

Recuerdo que cuando el ex presidente recitaba algo en algún consejo comunitario o se ponía a decir que los decretos constitucionales no eran poesía para no ser entendidos, pensaba en la manera en que huiría cuando sus esbirros arreciaran contra los poetas fragmentarios, los bizarros, los raros y los rotos.

Pero ante ello, Paola calló.

..

Bueno, quitemos a X-504 de la lista de más antes y declarémonos gustosos de ser sus lectores.

(Ja, ja)

¿En serio todavía se le come cuento al nadaísmo?

-Es que toca, me dice un jovencísimo y desordenado poeta que tiene celos del placer de muchachas ajenas.

(Su preciosa novia, aquí entre nos, me muerde la sombra cada vez que me ve, por eso tiendo a la evitación)

..

Hernández, pues, nos expone.

“De aquí se sale muerto o no se entra”, dice en “Se prohíbe la entrada de los muertos”.

¿Repito?

1958.

Pero tranquilos, que aquí no pasa nada.

¿No, don Manuel?

“Colombia, tierra querida”

Y nosotros aquí en calzoncillos esperando el siguiente tiro en la nuca.

..

Entonces qué, Paola…¿Sabe qué? Definitivamente somos unos verracos, unos verriondos, unos machos, unos duros, los hijuemadres. Así como Nación dejemos mucho que desear.

Lo somos porque no nos entendemos y porque tardamos mucho en hacerlo, y porque seguramente nuestro futuro estará en el pasado y las respuestas se darán a partir de algunos años por venir.

Cuando ya todos estemos viejitos y seamos sólo estorbo para las revistas de moda.

Ja!

“¿Me entiendes?”

Ja!

Ja

Ja!

Regresando aprenderemos.

Eso por el momento.

..

“No he dicho nada nuevo,

simplemente he hablado una vez más”

me aclara el poeta en La voz del hombre.

..

¿No le digo, mana?

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