lunes, 24 de enero de 2011

"Donde los labios muerden la oscuridad"

BOGOTÁ: MÁS QUE PESADO, METAL CON HISTORIA

Carlos Arturo Reina Rodríguez

Letra Oculta. Bogotá. Septiembre de 2009. 148 pp.

Decía Umberto Pérez, al final de su libro "Bogotá: epicentro del rock colombiano entre 1957 y 1975", que le correspondía a alguien más seguir con el cuento del vacío dejado justo en esa mitad de década.
Y agregaba que poco o nada se sabe de esa Historia colombiana, y que todo está por edificarse.
Fue por aquel entonces cuando las bandas -con Génesis a la cabeza- entraron en un limbo que podría despejarse más que a finales de los setenta, a comienzos de los ochenta con Nash y Ship.
De ahí ubicar nombres irremediablemente olvidados como Parabellum, Reencarnación y Astaroth, para luego oír hablar del concierto de conciertos y esa historia que no se detiene desde principios de los noventa.

Reina Rodríguez, quien previamente había hecho el trabajo para aspirar a la Maestría en Investigación Social Interdisciplinaria "Cuando el Rock iza su bandera en Colombia: aproximaciones a los imaginarios de jóvenes a través de 40 años de música Rock", ahonda en el difícil tema del lado oscuro del rock y cuenta, muy a su manera, una historia que bien merece una revisión y una limpieza para sentar bases acerca del estado actual de la Música -término general- que se hace en Colombia.

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Si bien es cierto que para hablar de Metal no se necesita ser, precisamente, un metalero, parece ser que tener cierta edad vale la pena.
Si para Pérez el vacío de mediados de los setenta era significativo, para Reina -coincidente en ese aspecto con Umberto- la banda Judas ayuda a subsanar ese hueco, denominada "la banda pionera del rock pesado en Colombia", es una suerte de eslabón perdido, ya que su disolución llevaría a la creación de la mágica Carbure, que podría significar caminar ya sobre territorio sedimentado.

Si para gente como Ulrich envejecer es un azar, la situación colombiana y la necesidad de apelar a la no memoria para construir el cuento es similar en cierto aspecto: lo nuevo produce sospechas y la no identidad de nuestro país es de repente seducida por una naturaleza ajena y encima profana.

Treintayseis años después de la estación en la que detuvo su vehículo Pérez, muchísimas cosas han cambiado, aunque me atrevo a decir que la esencia sigue siendo la misma: Hágalo Usted Mismo dictado desde la constitución y de ahí adelante defiéndase como pueda:

"En 2008 se reunió la alineación original y proyectó la edición de un nuevo álbum en 2009."

"Posteriormente en 1995 el baterista abandonó la banda (..) En 2009 nuevamente se reunieron para realizar un par de conciertos."

"Años más tarde, en 2008, se reunieron para realizar un concierto de despedida luego de un largo receso".

"Posteriormente la banda desapareció luego de dejar huella en múltiples conciertos no sólo en Bogotá sino en otras ciudades."

"En 2005 grabaron su segundo CD, pero nunca fue lanzado por la desintegración de la banda."

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Es como una pesadilla en la que al país no le mola el rock, y colma de hijos a los músicos, o les ofrece capitanear industrias o proyectos que realmente darán de que vivir, o les mostrará la salida siempre bien vista del exilio.

Sin conocer muy bien las reglas de esa oficialidad, parece ser que no queda más que echarse la música al hombro y caminar y hacer camino mientras se avanza.

Terquedad, constancia y sobre todo creencia en dichos asuntos son palabras desérticas, invisibles, fantasmas con sus ecos tomados como aullidos susurrados al oído.

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Si bien el porte de Reina Rodríguez no está a la altura del juicio de Pérez, "Este libro no pretendió ser la historia del Metal en Bogotá. Tan solo quiso aportar elementos para una futura construcción de la historia del Rock local y nacional", deja señales un tanto desordenadas pero que definitivamente bien sirven para saciar una sed que no se siente, una sed automática que poco a poco va escogiendo a las personas, académicas o no, que echarán mano de lo poco que existe para edificar un capítulo bastante importante en cuanto a construcción de nación se refiere.

No sobra, tampoco, decir que tanto desorden informativo se debió a una ausencia de una segunda leída en la labor de impresión, puesto que las erratas y por momentos la mala redacción sólo hunden el acelerador de la lectura para no provocar arcadas ni malos entendidos.

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No deja, ya para finalizar, destacar la contradicción frente a un género que nació anti intelectual, pero que poco a poco hizo de ese enemigo su núcleo para sobrevivir en un mundo cada vez más complejo creado por sí mismo. Complejidad que se exhibe no solamente ne la fácil identificación de las diversas vertientes musicales del Metal, sino más interesante aún, en cada una de las posibles ideologías o necesidades personales para las que se hace o se vierte o se emplea la música.

Recuerdo con cierta sorna unos versos de Yeats que dicen: "El viento es viejo y sigue ahí/mientras yo debo apresurarme en mi camino/porque estoy corriendo hacia el paraíso", y me pregunto si toda esta vaina servirá para algo....

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