miércoles, 22 de junio de 2011

"LENTO SUCEDER DE LA NADA"

SIEGA

Felipe García Quintero

Ediciones Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga. Febrero de 2011. 114 pp.

¿De qué hablamos cuando hablamos de poesía actual? ¿De poesía escrita por gente que vive aún? Y más allá, ¿que parece ser más o menos de nuestra generación?

¿Es la susodicha realidad un pozo más oscuro que profundo? ¿Realmente estamos tentados por el despropósito, la ignominia, la apatía, el calentamiento global, las vicisitudes de una ruina constante, el fin macabro de la Historia, el comienzo de una nada -otra- que será cíclica, aburrida e inerte?

¿Tienen razón los falsos vectores epigonales para estar falsamente asustados y virar al puerto cómodo de las listas de los más vendidos? ¿Hay que temer? ¿Hay alguien al otro lado de la pantalla que todavía siente y respira y lee y es capaz de decir: Esto es bello aunque no lo entiendo? ¿En serio el cuerpo de Duchamp desapareció del moderno museo en el que yacía hasta no hace mucho, según informa la dichosa agencia de noticias? Y por más que me resisto a escribir la frase que me pide turno, no tengo más opción que gritar a las cuatro esquinas de este post: ¿Quién podrá defendernos?

Si García Lorca votaba por una poesía de a pie, ¿se le fueron las luces en Nueva York?
Si personas sumamente elegantes que ya se cansan al sentarse en ciertas habitaciones citan a Graves y a su Diosa Blanca, ¿fue antes de la maravillosa escena de un gang bang interacial?
Y así como desde el más aguerrido extremo del surrealismo antropocéntrico se puede agredir a la realidad, ¿no desde la posvanguardia oculta a todos los demás se lucha con el brazo partido?

Lo cierto es que el tiempo sigue caminando, y casi sin darnos cuenta, devorando cada sombra de cada generación que ha quedado replegada por los actos concircunstanciales a los que ha dado lugar esa irrelevante realidad irreal. Ni yo estoy inmune, ni sumercé, hideputa lector, ni nuestro invitado al día de hoy a esta mesa de confrontación, réplica y perdón: Felipe García Quintero.

Felipe, gracias por estar acá, por haber venido, por habernos mandado previamente el libro "Siega", ganador del segundo concurso nacional de poesía UIS, y déjame decirte, y disculpa por la tenaz confianza, que desde hace muchísimo tiempo te vengo leyendo, y aunque no puedo precisar -o a lo sumo me niego rotundamente- las finas lianas que se desprenden de cada una de tus vertientes, no deja de sorprenderme la multiplicidad de posibilidades que se hallan en cada uno de tus títulos.

Una magnífica ringlera que se vienen sucediendo desde el siglo pasado, si no estoy mal, y que llegaron a ser conocidos a partir del segundo lugar en el premio nacional de cultura del 2001, con "La muerte, bis", un sorprendente, y suelo decirlo una y otra y otra vez, para mí el primer lugar en vez del tonto ese del Robledo, ¡pero qué le vamos a hacer!

Y, Felipe, si no estoy mal, siguieron títulos como "Piedra vacía", "Vida de nadie", "La herida del comienzo", "Horizonte de perros", "Honduras de paso", "Mirar el aire", que si se fijan bien, no tanto con microscopio como con cuidado severo y concentrado, traducen los lindes de la "propiedad horizontal" del payanés; me parece a mí, Felipe.

Y ya casi para darle cabida a nuestra primera tanda de anuncios, preguntaría: ¿Perteneces a una generación cuya vastedad elíptica editorial exige que cada tanto se revise o se repase la obra, previa, por supuesto, misma? ¡La respuesta, después de está corta tanda comercial!

Regresamos con el invitado de hoy, el veloz Felipe García Quintero, quien con "Siega" ha ganado el segundo concurso de poesía UIS de la ciudad de Búcara, y como venía diciendo, en el principio editorial del programa, me parece que con el epígrafe de Bonnefoy, ese magnífico creador francés, "¿Qué asir sino lo que se escapa?", se sientan las bases de las puertas que se van a abrir, mas no cerrar, en las siguientes 114 páginas, 7 capítulos que bien pueden pasar como paradigmas de la diversidad, algo a lo que nos tiene acostumbrados el poeta, con esos capítulos numerados que se van sucediendo uno tras otro, tras otro, tras otro, creando una suerte de paisaje paradisíaco que inevitablemente visita esos temas a los que sumercé nos tiene acostumbrados, obviamente hablo de los huesos, de la memoria, del horizonte y últimamente del aire, que vuelta de tuerca, me recuerda, como piezas de rompecabezas que somos todos, a Giovanni Quessep, "El poeta de los pájaros", como lo llama Jorge Cadavid que, valga la cuña, es barbaramente recordado por medio de esa otra función del horizonte -y del aire- como lo son las nubes, y aprovecho para contar una anécdota muy pequeña, y es que mientras el pamplones invoca a un insecto que cruza la hoja en blanco en la que escribe, vos invocás al insecto que se posa sobre el libro que se lee y que, llegado a cerrarse, marcaría la hoja, a manera de tiempo, de momento, de señal inhóspita, desgarrada y macabra que también puede servir para tantas y tantas fugas del tierno laberinto al que nos tenés acostumbrado, hombre Felipe...

Abrimos los teléfonos para que quienes usan todavía tan vetusto aparato y quieran hacer alguna opinión muy precisa, corta y directa referida al tema de hoy, bien puedan hacerlo, o si desean mandarnos un trino al arroba lectoritual, este lector pegado inmediatamente al ritual, lo que exhibiría una sola r en el medio, con gusto lo leeremos y responderemos cuando lo amerite.

Damos paso, hombre Felipe, a este pequeño bloque de mensajes publicitarios, y ya seguimos en esta interesante charla; no se muevan, en poquito volvemos en vivo y en directo con un ya no tan joven poeta colombiano de la posvanguardia y que actúa desde la provincia colombiana, ¿Qué es Posvanguardia y por qué decidiste quedarte en Popayán? Preguntas que nos responderá nuestro invitado al regreso...

"A solas queda la voz de quien escucha irse
y desentierra sólo huesos,
la brisa de nuestro callar"

Felipe, ¿es eso un haikú? aunque, aclaro, sabemos perfectamente de lo que debe componerse uno de esos artefactos delicados pero tan infinitos surgidos del oriente. Lo pregunto por, precisamente, el capítulo "Ciudad de Dios", fechado en Popayán en 1999 y que inicia con un lapidario epígrafe del español José Hierro, que dice algo así como "Todo roto a punto de ya no ser", que confirma, quizás, más de lo mismo.

Felipe, muchas gracias por acompañarnos en esta tarde, desafortunadamente el tiempo en estos medios es contado y tratamos de extenderlo lo que más podamos, "y pues nada", esperaremos con paciencia espartana vuestro siguiente título, ya sea desde el exterior, por intermedio de alguna universidad pública colombiana o que te ganes el siguiente premio de vocabulario lunar en algún pueblo perdido del orbe colombiano.

No nos podemos despedir sin antes recordarles que nos pueden sintonizar por este mismo canal, a la hora acostumbrada, con un invitado de lujo que nos hará regurgitar de la emoción, todo, aquí, en vivo y en directo, en su programa favorito de literatura colombiana: Lector Ritual...

(Música acostumbrada de fondo)
(Felipe luce un tanto desconcertado y gesticula...)
(Fondo a negro)

No hay comentarios: