sábado, 13 de agosto de 2011

FRAGMENTO INCOMPLETO

LAS EXTRAÑAS CIRCUNSTANCIAS QUE RODEARON LA VIDA DE WILLIAM CRUZ

Ricardo Abdahllah

Ediciones Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga. Noviembre de 2010. 339 pp.

Reencontrarse con Abdahllah no deja de ser agradable, después de todo lo sucedido dos o tres años atrás.
Dejando atrás al prometedor escritor de anomalías aterrizadas y crecidas entre el asfalto bumangués -La novela "Licantropía", por ejemplo-, el periodismo se lo tuvo que tomar como corresponsal a manera de sobrevivencia, aumentando las estadísticas del doble género a manera de salto que de mortal ya tiene cada vez menos, teniendo en cuenta que desde que impusieron como obligación la malla de vida, la rutina nos conquista.
Y aún así, coquetea con un tomo -hasta donde tengo entendido, el más abultado de su producción- que exige ciertas correspondencias como para no olvidar el afán de completitud.

Tanto el Ricardo escritor como el yo lector hemos madurado.
Y ya se sabe, crecer no es un oficio fácil.
Podría decir quel periodismo y patatín y patatán, pero quiero apostar a algo más, diferente, difícil.

Bucaramanga, sigue ahí. Los monstruos, esbozados apenas, quedan como sombras confusas en parajes misteriosos de la tierra boyacense. La dolorosa adolescencia se pudre en ese presente buclíco del que no se puede, geográficamente, escapar. Y la Historia santandereana, cual Borges ignorado, se vuelve razón óptima para la locura monotemática. Lo de Kurt D. Cobain merece un capítulo aparte.

Cuentos como "Arcabuco" y "Suzanne" permiten intuir los caminos que posiblemente nos encontremos en futuros títulos. Cuentos en los que el paisaje es un telón de fondo tan agradable, que se siente el aire frío que baja de las montañas, mientras el verde queda ahí, a la espera de ser tocado.

Cuentos como "Demetrio Bontuno, el último de los umpalá" se dirigen a un centro marcado a fuego en las obsesiones del escritor, pero capaz, también, de hacernos sentir la tierra caliente y la dificultad que, al fin y al cabo, la geografía le aplica a cierto tipo de santadereano.

Sobre las micronovelas: "Aguardiente" y "El lado oscuro", hay que masticar con cuidado, y revisar que las sagas bien pueden significar una respuesta -hasta el momento independiente- a otro tipo de motivación más "profesional". (Ambas se suceden en Bucaramanga, ambas son crisis personales de alto nivel, "primera crisis de la edad adulta", y ambas son tan veloces, que marean.)

Sobre "El solitario funeral de Kurt Cobain", inevitablemente recuerda al "Jimi Hendrix, 1942-1995" de Tom Gogola, y que aumenta -sin perjudicar- la biografía "El rock estaba muerto" que el ibaguereño entregó a la colección "Cien personajes, cien autores" de Panamericana.

Por el momento, esos son mis favoritos.

Lo curioso es quel libro funciona como una suerte de relectura. La interesante colección "Generación del bicentenario" con la que la editorial de la UIS celebró el 2010, no es más que un puente con "El desierto y otros cuentos", publicado en 2005, pero que da cuenta del impulso que traía el por entonces jovencísimo aprendiz de escritor ya que fue finalista de alguna convocatoria del Instituto Municipal de Cultura de Bucaramanga, en 2003.
Así que con dichas coordenadas, quedamos al tanto de los movimientos telúricos personales del periodista residente en la lejana y confusa y demasiado cara para mi gusto París.

Y confieso que al repasar esa gama de sabores, no pude dejar de invocar tanto la esperanza del autor por sus pares generacionales a mediados de sus 20´s -Ricardo en una entrevista con Juan Pablo reconocía el descreste que la ciudad le producía al conocer la cantidad inmarcesible de proto escritores que finalmente derivó en un asunto hormonal-, como los grafitis en según qué páginas de una red que ya no existe, entre los que destaco el famoso: "Gracias por escribir a Bucaramanga" que, valga la propaganda, "se siente, se vive, el pueblo está presente", aunque un tanto cercado por la potencia juvenil, aunque como me sucedió -del ciclo 2006 al ciclo 2011-, la madurez epiléptica de los cuentos atiende más a una inquietud espiritual que corpórea.

De tal forma que cuando el Borges que empieza a carcomer por dentro sea vencido o superado -¿de qué año serán esos títulos?- conoceremos esa otra faceta del ibaguereño criado en Santander que indica, a manera de promesa, que habrá Ricardo para rato.
De la compulsión de los primeros años a éste número, hubo un vacío de un lustro.
¿Qué tanta espera nos llegará ahora para aplicar al siguiente título del ciclo?
Espero que no mucho.
Asuntos periodísticos incluidos.

Cuando la gente crece, generalmente asume posturas de adulto, incluyendo la desgraciada madurez.
Cuando la gente madura, las opciones pasadas suelen traducirse a polvo.
Cuando el polvo es la base de una generación, aquellos que fueron capaces de arriesgarse a sobrevivir sin mirarse al espejo, son los que valen un poco más.
El resto, incluso bien afeitados, vale guevo.
Aunque la economía, de la que hablaría (Don) León de Greiff, sea el músculo.
¿En dónde y qué estarán haciendo los que descrestaron a Abdahllah? ¿Los que lo alababan antes de la incursión fatal de FB en nuestras vidas?
Posiblemente sea el mismo Ricardo quien nos lo aclare en una futura aventura que se sucederá por este mismo canal, a la misma hora, siempre y cuando algo extraordinario no ocurra, acontezca o suceda.







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