jueves, 18 de agosto de 2011

Y LA SOLEDAD CADA VEZ MENOS SOLA

UNA CIUDAD LLAMADA BUCARANADA

Fabián Mauricio Martínez González

Ediciones Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga. Septiembre de 2010. 130 pp.

No hay que olvidar que todo escritor tiene una vida privada y muchas veces, justamente por esa intimidad, los hay que se traducen a sí mismos.
Saltando de Hoja de vida en Hoja de vida en la red, no salimos de la información de solapa que brinda el libro: tallerista. Ganador de un ligero premio literario. Estudiante. Periodista. Fotógrafo.

Su prólogo a "Líneas de sombra", una antología del taller que él dirigió en la UIS, no es más que la traducción del oficialismo, por no llamarlo miedo, a lo que el deber ser del escritor hoy en día ha de ser: "Trabajar, trabajar, trabajar." Nunca a solas, por supuesto. ¿Pero cómo separar al consejero del trabajador? ¿ Creerle? ¿Seguir adelante como si nada? Y yendo un poquitico más allá: ¿Es deber ser de cada aspirante a escritor, inevitablemente, firmar contrato y con el agente al lado?

Darle la vuelta a la manzana de la UIS es cosa larga, arrecha y más que peligrosa, epifánica.
Así que como el espacio es pequeño, desatémonos y volemos:

Sin ser nuevo lo de juntar un libro de cuentos con novela, ese encadenamiento de historias desarrolladas tan fuera de los márgenes permitidos por personas común y corrientes, me recuerdan inevitablemente al mundo destruido en defensa propio de Ferro Rojas, excepto que Martínez González decide empezar desde cero, separarse de su novia, huir del hogar y hacerle porque el camino es largo.

Recuerdo como pocas, un inicio tan emocionante como "Obertura de Víctor Materazzi". Martínez sabe de teoría como posiblemente sepa cualquiera que haya estudiado algo parecido a Literatura en una Universidad colombiana. Tanto así, que simula la frialdad con que los personajes de Mario Mendoza acometían el acto bárbaro de iniciar una novela posiblemente titulada "La ciudad de los umbrales" o "Scorpio City".
Lo urbano, porque el refugio debe ser real.

Podría ser que el racionalismo del autor le impide ser engullido por la ciudad.

Podría ser.

Pero frente a alguien capaz de crear situaciones delirantes: la gorda que ya ni puede caminar; los travestis danzando sobre el ajedrez de sus rompecabezas; el deportista; todos parecen detentar esa figura anfibia de la ausencia proba de emoción, del dolor del tiempo que corre, de la violencia porque sí, del desgaste que implica ser/hacerse en el otro.
El escritor como traductor de su tiempo.
¿Alguien sería capaz de dudar?

Cierra el libro con "Variaciones de Víctor Materazzi" que en lugar de terminar, las comienza al escapar el susodicho al saber que embarazó a su amante. La vida, no obstante, es capaz de seguir.

Y ahora que la aventura del creador se expande a otros terrenos, ¿seguirá insistiendo en que la soledad, paila?

La fotografía, en cambio, que adorna la carátula del "Líneas de sombra" es fantástica. Me pregunto, ¿cuántas personas estaban junto a Fabián Mauricio cuando la tomó?


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