Por veces esa palabra: New. Y aunque hay tantas más para exponer -y no es el espacio para ellas-, 50 años después: The Times They Are A-Changin’ , yesa sensación de variada incomodidad que desuella los espejismos de la valentía a leer más allá del borde aprendido. ¡Pero con señas por doquier, Cage asoma su palabra desde el pantano: “No vemos ningún cambio porque todavía no sabemos olvidar”, cuando lo cierto es que la fuerza se asoma a tal velocidad, que con poco más de tres minutos un tanto menos de cuatro, una parte de la traducción de esa novedad se escucha; que se comprenda es otra cosa. Hay revoluciones que merecen la pena y las que lo son, exigen una entrega absoluta, una voluntad inquebrantable, una osadía de hierro tras un rigor de síncopa, una correcta nutrición y una voz que indique que el cambio ya empezó. Esa es toda la información que se necesita para dar el primer paso, a no ser que ya se haya dado y ni cuenta del espectro -¿sin cara?- que acompaña desde antaño. Osho hablaba de la necesidad de agitar el espíritu para encontrar la calma, y Jaramillo alababa la lectura como excusa cazadora del silencio. Amén del afán psicocuántico de la red tejida por el suspiro de cada quien por cazar el sonido -hablado, popular, frágil- de la época. ¡Pero a quién diablos le interesa venir a perderse cuando la rueda sigue girando según el anhelo del sol! Toda esa luz que se creía síntoma del crepúsculo ahora se (con)vierte en la sagrada bülla, aquella velocidad galante que desatrancaría el ahogo o la asfixia, que condenaría a cientoveinticinco años de soledad a la lágrima, que bendeciría la raíz del augurio, la sorpresa, el hermetismo que insiste en seguir cabalgando a pelo abierto mientras el gris del surco arrulla allende la neurosis. Portales de activación, los nombró Argüelles. Y de cada torre salía el viraje. Es fácil recordar cuando se va tras cada paso en pos al destino. Y desde acá, llámese Folk o Abstract o Drone o Powerviolence o Brutalnoise o Hiphop, el abrazo corresponde a un certero espejismo cuya realidad invoca el deseo de alcanzar ese siguiente círculo para poder llegar a la orilla. Y así, y no de otra manera, seguir en el camino vago impuesto por autoimposición o vocación o desgane o pereza o convencimiento de tercera persona. Y elllos lo saben. Y por ende, la historia, la nueva historia que no alcanzaremos a ver convertida en realidad ni porque vivamos cien años, los acogerá con una mezcla extraña de rigor y simbolismo. Ignoro, eso sí, qué color detentará cada uno.

Al cruzar el fuego, bajo la mira inspeccional de palabras confusas bajo la marca de la arena, lo primero, de “cadena perpetua” es la línea simulada, la pregunta que inquieta, la pregunta que clama por ser acariciada en vivo: ♫Incapaz de asumir un nuevo rumbo♫ qués como querer cantar: ¿Todavía hay un pa dónde común? ya en “La ilusión de la libre elección” apelo a la memoria de escenas externas del pasado -es inevitable la rima con “Protectores de la radical contradicción” (dos caminos de vida totalmente puestos en la lejanía del campo minado que nos corresponde pisar) destaco una frase que ha empezado a hacer mella en las mentes inquietas de los protagonistas del hoy que sumergidos en nuevas esencias desde chiquitos, empiezan ya a manifestar la siembra que cosecharon : ♫Tan ciego, que creo que puedo ver♫ qués como ahora que las ideologías están tan mezcladas entre su propio fango infecto que todo es, eventualmente, para todos. “Max Power” también crea recuerdos que no son muy bien conocidos, pero de los que son inútiles las luchas por el escape: “Sus pisadas son truenos que estremecen el vacío” dejándonos a merced de un feroz y no por ello místico paso por entre nuestras coordenadas. “Violencia cavernícola” es esa clase de aviso de la que oso hablar con insistencia en el hoy puesto que la lucha por la mujer se extiende a lo racial y sexual por doquier, en una era temprana para empezar a asumir esa postura que ayudará a derribar los muros de la mente ♫La era de las diosas se aproxima y su misión en la tierra es aplastar el patriarcado♫ qués como hablar de la inclusión de la Q de Queer en el LGBTI actual. “Bienestar material” me llama la atención por ese eco del final: ♫Es hora de empezar a mirar adentro♫ qués como el “No eres lo que posees” que MacKaye enseñó en los noventas y que me exige devolverme a la ideología de turno que se sigue o en la que se aterrizó para sembrarse lo que me hace creer que este nuevo trabajo apunta a esa alta gama de la creencia que es el deber de creer en algo para poder alcanzar el ser. Y cierra “Realidad holográfica”, el cierre también de Óscar como vocalista de la banda, con una frase que deja mucho más allá de los cuatro minutos veintiún segundos que dura el lado de ellos, con una frase de esas que no llamamos de otra manera sino bárbara: ♫La evolución de la conciencia ya empezó♫ qués como indicar que el afán libertario se protege del mundanal ruido desde una esquina emancipatoria, lo repito, a la que poco a poco más y más personas suponen acceder.

Divertido, endiablado y vertiginoso, se cumple así la nueva encarnación de una de las bandas suspendidas por la astucia delFestival de la Era y, sabiendo de buena fuente que la historia en ellos prosigue, no hay mayor alfabeto ruso que ese capítulo por venir del que hasta no tener la complejidad de la palabra en mano impresa no osaremos seguir dando un capítulo más de esa historia brillante como sueña (en) el rüido (sacro)