sábado, 18 de julio de 2015

The Monterey Suite III * A time remembered

NUESTRO GRUPO PODRÍA SER TU VIDA
Escenas del indie underground norteamericano 1981-1991

Michael Azerrad
Contra. Noviembre de 2013. Barcelona. 556 pp

Me acuerdo de algunas pocas cosas de esos años. Difíciles que no imposibles para hallarse con todo ese material. Hace dos años en una exposición de K7's vi el de Slint, grabado, marcado a mano, un sony de 60 minutos. Jamás he visto el CD. Cuando fui a preguntarlo en la reedición ni siquiera conocían al grupo. La foto de la portada de Will Oldham. Como cuando pregunté el "Otra era" y nadie daba razón de quién diablos podría ser Javiera. Las historias sub júdice en torno a la manera en que llegó el punk, el hardcore, el metal,,,,, el rock alternativo. Las fotos del Mono con bermudas y botas de seguridad en el frío cómodo de Bogotá. El desprecio a Nirvana cuando encontré en esa tienda de discos a ese par de compañeros estudiantiles que odiaban el Metal. Ese poco a poco infiltrado por culpa de una escena abierta demasiado abierta en Búcara que, a la par de Sepultura dejaba prestar y oír a Jesus Jones. La noche en el bar bailando Alice In Chains. La tarde que lloré por Layne Thomas. La inseguridad. Tantos años como bobo, leyendo todo lo que pudiera pagar de lo que me dejaban esos trabajos pelmazos. Apostarle todo a la música sin siquiera saber tocar un instrumento. La escena subterránea paralela del quinto piso en Cali. Ese sonido. Ya la sospecha. Ese emo que llamaban y que encandilaba. El Metal, indescifrable. No podría más. Sentir ciertamente el susurro del hardcore cuando ya no se era un chaval. Descreer de cualquier riesgo de asomo purista. Ser negro. La vitalidad. Esa dificultad de hallar siempre caminos que conduzcan a alguna parte. La escena no existe. Visitar la Atenas. Leer cuanta revista llegara a la Nacional. La Spin en la de Chipi Chape, la Rolling Stone en la de Unicentro, las de patineta en la del Oeste. La Metal Hammer en la de la Plaza de Cayzedo. Me acuerdo esa madrugada descubriendo "Off he goes". Me acuerdo presentir tantas emociones por venir. Esa intuición. La radio. Los programas. Sabotaje, de la UV. La hora de la resistencia, de la UN.

Y nadie daba razón de qué porque nunca nadie tendría necesariamente la razón para dictar la palabra.

Lo último que quedaba, justo al borde de la aparición de Slipknot, era la búsqueda urgente de agrupaciones lo-fi, al mismo tiempo que la pregunta por el resto de metal instrumental empezaba a emerger para darle cabida a la siguiente década. El Black apenas eran las visitas a los conciertos de Inquisition, en Cali. Alterno. Esa gente. Esas noches.

El libro de 2001 fue traducido apenas 12 años después. El libro ya deja entrever que todo acabó. Así que al leerlo 14 años después, la sensación no deja de ser menos que de Historia que fue lo que quedó tras el estallido de pus de lo que se debió llamar Memoria

Novak agradecía por la guía para conducirlo por un debajo de una esfera superficial subterránea. Azerrad, de entrada, lo cataloga todo como "una auténtica vía cultural underground". 1991, y esa insistencia, fue el año en que el punk estalló y se rompió. De la película, lo único que recuerdo es que Thurston caga y graba la mierda cuando suelta de la cadena.
Al día de hoy, ¿habrá algún grupo que no tenga su libro dentro de la parte de Store de su web?

¿Cómo se podría llamar el recuerdo de lo underground traducido a la memoria física?

Esa labor disciplinar de Black Flag... y la causa Rollins. El dolor, la sangre, el sudor, el folleo sobre la suciedad. La invaluable influencia y el ligero y acertado desmarque de The Minutemen... y la ofrenda Watt.  La metáfora allende su tiempo de Mission Of Burma. El mal ejemplo de Minor Threat y la furia del hardcore para blanquitos. La extraordinaria función de Hüsker Dü y el duelo entre Mould y Hart. La sobrada irresponsabilidad congénita de The Replacements y ese desfile romántico a la autodestrucción. El infinito de Sonic Youth y el magma que rodea a la única galaxia considerada para atravesar el límite de la vida misma con todos sus integrantes al unísono y en separado. El hedor místico que expele Butthole Surfers. El apoteosis de Big Black y el camino sugestivo y erótico hasta Shellac. La tragedia de niños ricos de Dinosaur Jr y su iluminación en cada solo de guitarra. La vitalidad de Fvgazi, su anhelada estética. La devoración de entrada sin salida de una banda tan magníficacomo Mudhoney. La fortalecida hiperinocencia de Beat Happening y el desconsuelo abstracto del valor de Calvin Johnson.

La debacle a la que apunta Azerrad constasta con la espera a la que Mick Jones apelaba en aquel documental de la historia del rock, a sabiendas de que justo en ese momento, una banda ensayaba en algún sótano para ir repitiendo la ecuación.

Creo que ya todas las bandas están tan acabadas o estoy tan alejado de todas que no queda más que verlas como las bandas que tocaban en los 50's, algo inalcanzable pero fundamental para respirar el oxígeno del ahora.

Pero oso creer que no son más que los nombres de una época que se facilitó para que los periodistas también hicieran su agosto alrededor de ese adefesio llamado Nirvana y de ahí lo que alcanzaran a deglutir.

Azerrad atiende perspicazmente el usufructo DIY que será internet. Y a partir de ese 2005, ya nunca nada pudo volver a ser lo mismo, sumado a las posibilidades de acceso a instrumentos y a la sobrepoblación.

En cualquier rincón del mundo, tal como en Dublín a finales de los 80's, el sonido prolifera. La cantidad de bandas se convierte en posibilidad infinita. Bandcamp y los K7's. Ya no doy abasto para alcanzar a llegar sin un sentimiento de desocupación a la puerta del siguiente toque. Y más las nuevas generaciones que hacen todo lo posible por mantenerse vigentes y hasta bajo el amparo utópico de la irresponsabilidad, casi en estado ghetto y como sí fuese Seattle antes de 1989, con la vaga esperanza de que no hay un futuro ni nunca jamás lo habrá para dejarse tentar por no otra cosa que la esencia laboral de la vida misma en pro de saber establecer una relación profesional de concreto para con la astucia estratifical de la soledad que ha llegado enviada desde la cuna misma.




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