sábado, 12 de noviembre de 2016

Paraphilic Initiation

EL CACHALANDRÁN AMARILLO

Germán Castro Caycedo
Planeta. Bogotá. Octubre de 1989. 217 pp

La nostalgia. Había, tengo, el único lazo de recuerdo es "La Madremonte" y no poder dormir ya a esa edad y pasar con el libro a leerlo al cuarto del tele y después hablar con mi hermano y escucharle decir que él no sería capaz de leer solo y de noche semejante brujerizmo. Eran otras épocas. Las últimas épocas. ¡Pero el mundo empezó a correr tan rápido que a qué horas uno se detenía para ponerse siquiera a pensar! Me da mucha lástima. Únicamente por los animales. Si yo fuese más capaz de narrar, me volvería cansón, como un mantra, repitiendo como Vallejo, y es eso, las lenguas, las culturas, los pueblos, las costumbres, todo se puede perder, hasta las frutas o vegetales, pero los animales no. Es que ni siquiera era nuestra época, osea, Castro Caycedo ya guarda eso ahí, ya había pasado lo de Palacio, osea que Colombia ya había sido violada, o el cuerpito de una niña de nueve años violada, producto de un amor que alcanzó a sentir el eco de la ciolencia que dejó regadas tantas pertenencias que tuvieron vida, desacomodadas; el monte paran osotros; yo alcancé a conocer gente que llegaba a la ciudad, a trabajar, venían de Arauca, de Casanare, del Meta; cómo son las cosas; eran todas del Llano; todas esas familias que acampaban cerca a la casa; ¿cómo era que hablaba con ellas? ¿cómo era que jugaba con ellas? Me acuerdo ligeramente de una muchacha alta, blanca, acuerpada, pero alta, y de otra morena, flaca y alta, y de otra muchacha jovencitica que comía patilla, mejor dicho se comía toda la patilla, y con todas hablaba; y todas tenían historias siniestras que contar; ¿cuál será la línea entre ese mito y la sangre de verdad por la violencia? Finalmente el único de terror es "la madremonte" Después Powerpaola haría su participación con La Madremonte en esa colección de La Silueta. Me impactó cuando el tipo siente la sangre que cae. Tenían que dormir en un segundo piso para huir de las serpientes y los jaguares. Ya no hay, ni lo uno ni lo otro, ni monte, ni nada. Pensaba en ese relato de la Chiva Cortés. En eso quedó transformado el monte para nosotros. Pero Castro Caycedo hace un recuento de distintas regiones. Eso que tampoco ya somos. Seguimos siendo. Pero ahora todo vendido. A cada zona. Como en dfw. Cada zona ya no es el nombre sino la marca. Mi siempre cantaleta es que somos muchos. Hay un relato que dice cuando no había gente, cuando no había tanta gente o cuando había poca gente. El libro es viejo y no lo subrayé. Dejé de vivir en esa casa en 1992. Tal vez no voy a Búcara desde 2009. Ya he perdido por completo la noción de los años. Sale Alfredo vanín, sale La Cacica, la que asesinaron los de las farc. Ayer presentaron el nuevo acuerdo. ¿Será un nuevo inicio de una nueva era? Lo que yo digo, muchos años despues leí a Bruno Schulz y decía que somo humnaos necesitamos mitos. El mito del dinero, del poder, del mandar, de la inmunidad, de ser capaces de hacer lo que fuese necesario pero la ley es para los de ruana. Tal vez no entiendo. Siempre ha sido así. Inmejorable. El tiempo que correspondió vivir a cada quien. Esa gente que es capaz de atravesar las décadas y mantenerse vigente. ¿Por qué no he leído a Castro Caycedo como se merecería? Leí "Colombia X". Y ya. Ni siquiera el del Palacio, el de Escobar. Es raro, alguna vez decíaque no había una mentira en algunos de sus libros. En un mundo que ahora depende de la mentira para sostenerse. El mito estorba. El mito nos reduce a una prehistoria cuando ni siquiera existía la posibilidad de oír radio. Todos esos programas de secuestrados. Cuando decía que eran la salvación. La cantidad de gente que queda aún perdida, hasta para los captores mismos. Se acuerdan de la viejita que matan en el relato de la Chiva Cortés? ¿Cuántos cuerpos serán así perdidos? Yo me pido morir así, pero por mi propia mano. Creo que lo único que sigue vigente es que me importa un culo lo político. Incluso en los cuentos de la costa. Me gusta es ese vocabulario. García Márquez no se inventaba nada, era un mero traductor de su pueblo. Bañarse en un río, jueputa. Caminar monte adentro. Esas arañas gigantescas que se veían. El clima. El olor de humedad. Siempre fui muy miedoso. Eventualmentye los avisos. Después la desconfianza total. Me gustaba mucho visitar cementerios. Ver huesos. Siempre uno pasaba por la plaza. Las matanzas. Los días de las muertes. Y el libro va contando esos detalles que después, ¿pero quién? Lo poético de algunos textos. Esa magia suspendida de la señora de los pesebres de barro. Me acordó de los pesebres de Vallejo. ¿Todavía celebran la navidad? En lo único que pienso ahora es en las matazones animales. Exterminar al ser humano. Es que me acabó por volver así. Más arisco. Pero sin deudas, sin relaciones, sin tener que voltiar a saludar proque ya uno no conoce a nadie. La soledad. Es otra época, mano

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