ZOOLÓGICOS URBANOS -Historias mutantes de Rafael Chaparro Madiedo
Alejandro González Ochoa -Compilador-
Editorial Universidad de Antioquia. Medellín. Octubre de 2009. 190 pp.
(Lo que haré a continuación posiblemente no tiene ningún tipo de presentación. Y no, no bromeo. Previamente en este mismo espacio: (ejem) y ahora que lubricar debe servirse también como limpieza en medio de un jaleo inesperado entre columnas de fuego ardoroso en el trabajo, leeremos y pescaremos y no dejaremos a nadie vivo sin que cuente su versión de los hechos, cuál Tiempo Histórico que cabalga sobre llanuras que otras generaciones se tendrán que encargar de visibilizar..........Advertidos........)
* La calle 19 y la carrera Séptima de Bogotá forman una especie de cruz de asfalto, una rosa de los vientos de ruido infernal, una rosa de smog
* La gran bóveda de smog cubre el centro bogotano. Bajo su manto se levanta un carnaval de ruido donde se mezclan diversos ritmos urbanos de diferente longitud de onda
* Busetas y buses con sus himnos de estruendo
* Como si en la ciudad a un mismo tiempo, varias orquestas ejecutaran músicas distintas dirigidas por voces que se esconden detrás de cada poste
* Es sentir que el cielo se desmorona con cada pito, son cada golpe de vista
* Toda la realidad del semáforo está influida por los estados de ánimo. Un aparato, a primera vista tan frío, en realidad es toda una metáfora del estado de alma de la gran ciudad
* Cuando el tiempo fluye como una inyección dolorosa
* Los elementos se encuentran en una composición dispuesta por ese artista invisible que ejecuta el ruido del mundo sobre cada objeto: el tiempo
* Bogotá bulle más allá de las paredes como un caldo caliente
* Llueve y hace sol en la carrera Séptima de Bogotá. Caen espesas gotas de cristal gris. Mil nubes de vapor suben pegadas a los rostros
* Un silencio poblado de tinieblas
* Había mucho tiempo
* Bogotá es un corredor perdido de un largo túnel
* En el principio era la pestilencia
* Era preciso la voz de un grito cortada por cuchillos de silencio cuando llega la mañana mojada por la lluvia gris de gas carbónico
* Es como si de pronto toda Bogotá estuviera encerrada en acuarios de agua contagiada en medio de seis millones de peces oxidados
* Lo más seguro es que todo quede inseguro
* Una ciudad que es muchas ciudades silencios al tiempo
* Una ciudad sin dioses es una ciudad sin demonios y cuando no hay demonios no hay ciudad
* Enredarse en el vasto tejido de los días
* Huele a tiempo. A tiempo pasado
* Qué triste realidad
* Desobediencia civil hacia las palabras
* Por eso he decidido que a lo único que debo guardarle lealtad es a la palabra
* Y en las calles se presiente el murmullo de diez millones de dragones tristes que recorren las calles húmedas y se introducen en el camino incierto de la niebla
* Lo discontinuo produce continuidad por lo menos en el espíritu
* Por lo menos la lluvia de Bogotá todavía sabe a sangre fresca cuando llega a la boca
* Queda poco aire puro. Queda poca gente honesta
* A Bogotá le falta alguien que la quiera de verdad
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(Y no....se nos dificulta devolvernos y darnos contra las paredes en señal de agradecimiento. ¿Bizarría? Sugiero, más bien, la descarga eléctrica de ciertos miligramos de Dios se desangra en el sur o de Santa Carroña de Bogotá y después, dejar que la prosa sepa fluir como le gusta río podrido abajo llevando vida incandescente a doquier...
Pero para no olvidar, aquello de dónde venimos quiénes somos para dónde vamos:
"La novela está escrita a la manera de un vértigo. Leerla es una hemorragia. Es un libro que de algún modo huele a gasolina y a vodka. Escribirla fue un acto muy placentero y doloroso a la vez. Leer Opio en las nubes es entrar a la casa de Amarilla, darle un beso en la boca, hacerle el amor y después salir al amanecer con la sensación de que las nubes están llenas de opio"
)
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